
Ya estábamos entre espectantes e impacientes como los niños cuando Springsteen entraba a cantar en We are the world. ¿Verdad que daba miedo?
El caso es que de Cavanilles ya se ha hablado (aquí tres episodios: el uno, el dosy el tres). Este segundo libro significa que quiere hacerse famoso y vender mucho papel (hasta los hippies necesitan comer de vez en cuando). Bueno, bien. Está chungo. Pero donde hay talento hay pasta. Y de lo primero hay. Esto de los libros es el patio de un colegio y a base de capones consigue uno respeto y consideración. Los panolis ya llevan un rato dando toques a la pelota, y son todos aquellos que quieren hacer lo mismo que Íker Jiménez, pero les sale mal. Muy mal. Fatal.
España tiene suerte de ser el paisaje natural con más especies raras del planeta. Una de todas es la que se dedica a descifrar la buena o la mala ventura en las cartas. Como el julepe, pero peligroso para quien cree que las cartas hablan o que sus dibujos esconden algún secreto.

Los adivinos son, pues, ilusionistas. Y ahí está la cagada. En realidad el truco que utilizan es tan burdo que el primero que lo puso en práctica fue un caballo. Se llamaba Hans el listo y sumaba, restaba y dividía sin calculadora (sólo le faltaba escribir, pero como no podía el resultado lo daba con golpes de tacón). Al final se descubrió que el animal leía la respuesta de las operaciones en el rostro de su amo, que al parecer, no sabía que se dejaba llevar por el inconsciente.
Normalmente quien cree en los oráculos televisivos está predispuesto a creer que va a encontrar una solución, y por tanto, es una fuente inagotable de pistas que los videntes pueden seguir.
¿Y si es por teléfono?. Mejor aún, porque tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor (Los Stop). Se trata de ir disparando hasta acertar en algo.
Nota aparte: Cómpralo o róbalo, pero si no triunfa es porque no se apellida Larsson.