Hoy me trajeron un vaso de mi té de hierbas querido, como a eso de las ocho de la noche.
Empecé a beberlo después de las 12:00. Quien tenga un gusto muy metido en el alma, sabrá cómo es que ya lo estaba disfrutando desde que lo recibí: casi lo disfruté más por no tomármelo enseguida.
Hace un rato, el vaso iba a la mitad, y le puse agua hasta llenarlo. Más gozo.
Silvia Parque