Escucho una tras otra, conferencias sobre la crianza. Leo notas y entro en foros a ver qué se sabe y que se dice. No me canso, no me aburre, y como casi no hablo con nadie, nadie tiene que fastidiarse con mi temporada monotemática.
Voy imaginando cómo será cuando tenga a mi hija en brazos. Decido lo que quiero. Sin embargo, sé que los planes son para marcar un rumbo, pero que no hay cosa más sana que ajustar y adaptar conforme a lo que vaya pasando. Y me queda muy claro que no sé lo que irá pasando. Ya se irá viendo. Parte de lo bonito de la vida es cómo sorprende. Mis ideas no son metas a cumplir, no son expectativas por llenar para sentirme satisfecha; son ideas, nada más, de como quisiera que fueran las cosas.
Como en el asunto de amamantar y colechar sale mucho el tema de "hasta cuándo", lo pienso... Habrá que ver sus necesidades, pero por lo pronto, tengo lo que conozco de mí...
Sé que cuando nazca, la quiero en mi cama. Querré tenerla pegada a mí todo el tiempo, día y noche. Me veo casi en trance-de-niña en la cuarentena. Si en la barriga se ha vuelto tan central y protagonista, no creo que sea diferente cuando salga, llore, mame y me sonría. Así que seguro -aunque ya he dicho que seguro, nada- pasa al menos cuarenta noches en nuestra cama. Si todo va bien, la imagino durmiendo con nosotros más o menos hasta el año; luego en su cuna en nuestra habitación, más o menos hasta los dos años. No me parece ningún fastidio ir a quedarme con ella hasta que se duerma, cuando dé el gran paso a su propia cama, en su propio cuarto; ni creo que nos moleste recibirla de vuelta cuando emprenda visitas nocturnas para acompañarnos. Pero la verdad, no creo preferir dormir todas las noches con un niño preescolar, y sé que no me gusta la idea de dormir con un escolar. Como que me imagino colechar con un bebé, y en la medida que pase de "bebé" a "niña", la idea me gusta menos.
Más o menos lo mismo con la lactancia. Haré todo lo que esté en mis manos por amamantarla al menos el tiempo que la generalidad de los conocedores recomiendan como mínimo-mínimo: seis buenos meses. Pero yo espero amamantarla al menos un año; me gustaría que fueran dos. No sé si pueda sentirme cómoda con una niñita mayor de dos años prendida a una teta, no solamente por el momento de dar de mamar, sino en general: vivir haciéndolo. No veo la lactancia como esclavizante y me queda claro que a más edad, menos tomas, pero no sé... me entran más dudas si la pienso de tres años... a lo mejor resulta que nos encanta y tan felices. Pero hasta ahí ya es "prolongado" para mí. A los cuatro, la verdad es que no me veo... puede ser, tal vez buscando que el destete sea suave... Mayor, ya no. He visto las imágenes de mujeres dando de mamar a un niño o una niña mayor, y no es para mí.
Ya se verá lo que resulta. Como sea, será con amor.
Silvia Parque