El terremoto que terminó de resquebrajar la burbuja inmobiliaria

Publicado el 17 mayo 2011 por Bloggermam

La tierra tembló en Lorca haciendo que la metáfora del resquebrajamiento de la burbuja inmobiliaria se tornara en la más dramática de las realidades.
Un terremoto de magnitud 5.1, que apenas debería haber causado desperfectos en las viviendas de reciente construcción, ya que todas ellas tienen en los papeles que cumplen con la Norma de Construcción Sismoresistente NCSE-02 ha acabado con la vida de una decena de personas y ha matado el futuro de miles de humildes ciudadanos.
La devastación ha sido mucho mayor de lo que cabría esperar. Ha estado al nivel de países tercermundistas que son sistemáticamente azotados por la corrupción y las catástrofes naturales. No creo que en el caso de que en la península ibérica se produjera un terremoto del estilo del que sufrió Irán en 2003 de magnitud 6.8 y que acabó con 30.000 personas, el resultado fuera demasiado distinto. 
Sin embargo no va a haber ayuda internacional para los lorquinos porque nadie la ha solicitado. España no va a reconocer que en Lorca se necesita ayuda; no humanitaria, porque la solidaridad de la gente de a pie colma las necesidades de los habitantes de Lorca, si no ayuda para reconstruir por completo la ciudad.
Lorca se tiene que reconstruir de forma que se garantice la seguridad de sus habitantes y visitantes. O por el contrario reconocer la incapacidad supina de las administraciones y cercar las zonas de mayor frecuencia de terremotos como si de un Chernobil hispano se tratara y colocar un cartel que diga “Área inhabitable. No garantizamos la integridad física del que transite por este territorio”.
Pero no se hará una reconstrucción, se derribarán los edificios con daños estructurales severos para construir otros igual de endebles. Se apuntalarán los que estén dañados, mientras se decide quién paga los arreglos y se dará una mano de yeso a las casas que están “perfectas”, pero cuyos tabiques se han resquebrajado como una galleta en la zarpa de un oso. Eso sí, los desperfectos de conducciones de gas, agua o comunicaciones las pagaremos a escote con alguna subida encubierta que seguramente pedirán desde Bruselas. Hay excusas para todo.
Los políticos, en plena campaña electoral, callan a sabiendas de que en caso de que se investiguen las posibles irregularidades en las construcciones que se han destrozado les salpicará a todos, independientemente de las siglas que les hayan enriquecido a costa de sus conciudadanos.
Está claro que los edificios se construyen con avaricia en lugar de ladrillos y que para sujetarlos usan firmas en lugar de cemento. La deficiente calidad de las construcciones realizadas al amparo de la perversa bonanza económica proporcionada por la industria del ladrillo es un episodio más de la gran afición por la chapuza  y por el “tonto el último” que tanto se estila en un país orgulloso de ser el inventor de la picaresca, del caciquismo y de la improvisación.
Mientras, me acostumbro a la idea de que un terremoto en Málaga hará que la vivienda que me está costando la vida pagar, será la que pueda acabar con mi vida. Así pues mastico la idea de que es mucho mejor no comprar una vivienda. No merece la pena empeñar tu vida laboral en pagar cuatro paredes mal hechas. No merece la pena escatimar unos euros de tu maltrecho sueldo para intentar hacer más acogedor tu refugio con una pintura que te ha costado noches de insomnio decidir. No merece la pena acumular los recuerdos de tu vida en un lugar que los devorará y te dejará sin nada. No merece la pena alimentar al banco con tu hipoteca y que con el dinero que no te presta, financie las obras con las que se enriquecerán los amigos de los concejales de urbanismo corruptos.
No te compres una casa, mejor vayámonos de acampada a los jardines de la Zarzuela o de la Moncloa que allí seguro que podemos dormir tranquilos.
keagustitomekedao