El test de estrés

Publicado el 18 junio 2010 por Grupo Book
Acuciadas por la manada de leonas del Serengueti -Méndez dixit-, las gacelas ensayan a la desesperada estrategias de defensa. Y una de ellas consiste en hacer públicos los tests de estrés a los que el Banco de España ha sometido a bancos y cajas: a todos, no sólo a los más guapos de la familia. Se trata de un striptease en toda regla que no deja nada a la imaginación: los puritanos bancos alemanes se resistían a realizarlo, y no precisamente porque sean vírgenes asustadas. Pero cuando las cosas se pone tan feas, es momento de aparcar el pudor y mostrar hasta los lunares más recónditos.
Los tests de estrés, o pruebas de solvencia/ resistencia, consisten en aplicar complejos cálculos matemáticos para mostrar la posible evolución de las cuentas de una entidad equis si las cosas se ponen peor aún; si aumenta el paro, si lo hace la tasa de morosidad, si bajan o suben los tipos de interés, si caen los beneficios… Algunas grandes empresas también lo están haciendo, incluyendo en sus exámenes los tipos de cambio y los sobresaltos del euro. Las petroleras, por ejemplo, tendrían que incluir posibles fondos multimillonarios en caso de vertidos como el de BP en el golfo de México.
El problema es que todo el país lleva sometido estos días a un salvaje test de estrés: al que nos obligan los mercados y las apuestas a corto plazo, que han decidido hacer de gatos y jugar al ratón con nosotros. Manuel Marín, ex presidente del Congreso y protagonista de las negociaciones que nos situaron en la vieja CEE hace ya veinticinco años, plantea su teoría del huevo.¿Cómo es posible que en Europa hasta los huevos tengan un código de trazabilidad, pero que sea imposible conocer el origen de las operaciones financieras especulativas?

Discreta o abiertamente, por Madrid están desfilando últimamente un buen número de presidentes y consejeros ejecutivos de entidades financieras internacionales preocupados con el runrún de que España cabalga hacia la insolvencia. Ven las cuentas, confirman que España no es Grecia, pero la inquietud no decrece. La confianza es elemento altamente inestable y su falta es contagiosa, y lo que ayer parecía una boutade de un analista extremo, se convierte en auto de fe en cuanto lo repiten tres periódicos. Nos enfrentamos a la profecía autocumplida: de tanto sospechar, acabaremos confirmando la peor de las sospechas.

El test de estrés acucia estos días a los estudiantes de selectividad, a la roja (no superó el primero), a los bancos y cajas, a la oposición (ya tienen su propia prueba de fatiga de materiales con la trama Gürtel), y por supuesto al Gobierno, que ha hincado los codos en varias noches insomnes para presentarse ayer ante Europa como un alumno impecable. Pero es la propia UE la que vive sometida a una brutal prueba de resistencia… y de supervivencia.

"Son las diez y media y no hay crisis", dijo Van Rompuy al abrir la sesión del Consejo ayer. Quizá tenía razón Zapatero, cuando dijo que la crisis es un estado de ánimo.

La carta de Solbes

¿No echaron a nadie de menos en la celebración de los cien años del grupo parlamentario socialista? Faltaba el único ministro de Economía con dos presidentes distintos, símbolo imperfecto del puente entre la vieja y la nueva guardia: don Pedro Solbes. Los organizadores estaban desolados: su carta fue una de la docena que se perdió, de las mil que cursaron.

Los viejos rockeros

Felipe González se autodefinió con ese término: tanto él como los demás se han sentido mimados por el Gobierno de Rodríguez Zapatero en estas últimas y durísimas semanas. Ellos han devuelto el cariño, pero poco más. El Gobierno trata de captar a algunos de los viejos rockeros socialistas más relevantes para que su prestigio sirva de acicate electoral en la municipales, pero, de momento, sin éxito.

Peligro: ex ministro

Tiene bemoles que quien ha dirigido el Ministerio de Vivienda defienda su desaparición, la bajada de los precios de los pisos hasta un 50 por ciento, además de proclamar que ella no compraría ahora. María Antonia Trujillo ha dejado tan atónitos a sus ex colegas de gobierno como lo hizo Jordi Sevilla al criticar las medidas "gota a gota" de Zapatero, en un artículo en la primera del International Herald Tribune.

Fuente: Lavanguardia.es

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