Mateo 5:16.
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Sin embargo, esta forma de pensamiento no debe dejarnos estáticos en el camino dejando que el fracaso o la falta de victoria se apoderen de nosotros aniquilándonos para siempre. Eso nos alejaría completamente de la fe y de la misericordia del Altísimo, y digo esto porque Dios siempre tiene su mano extendida para nosotros, para levantarnos y lanzarnos a grandes éxitos.
Recientemente estuve leyendo la historia que a continuación comparto con ustedes, muy significativa por cierto.
Un erudito en griego del Nuevo Testamento, cuando hacía estudios de postgraduado en la Universidad de Cambridge, una vez escribió a la dama que más tarde fue su esposa: “Si yo tuviera que recomendarte un texto bíblico para tu estudio particular, texto que contuviera un sumario de la vida cristiana, el primero sería aquel hermoso texto que está en nuestro libro ‘Servicio de Comunión’, y que dice: ‘Alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.’
¿Cuál honor más grande puede ser concedido a los pobres, débiles, y pecadores mortales, que hacer algo para la gloria de Dios? ¿Cuál distinción humana puede ser comparada con ésta? ¿Cuál título honorífico o cuál recompensa pueden ser iguales al privilegio de permitírsenos ver que el Reino de nuestro Padre progresa por medio nuestro? —Peloubet.
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