Revista Diario

El tiempo

Publicado el 05 diciembre 2019 por Elizabeth Garcés @Elizabe18542408

Vivimos en una especie de vorágine en la que los días se suceden con tal intensidad que a veces nos da la impresión de que hacemos las mismas cosas, nos viene la sensación de estar estancados en un mismo día ya que todo es repetitivo al extremo.

Nos  ” olvidamos” del tiempo y, sin embargo, se encuentra ahí. Parece paralizado ante la rutina pero corre sin que nos demos cuenta. Corre mucho el tiempo en la actualidad, corre demasiado.

Antiguamente, en la época de nuestros abuelos, el tiempo transcurría con más calma. La sociedad se ofrecía el lujo de disfrutar de ciertos momentos repletos de calidad emocional: leían el periódico largo rato, se sentaban en la mecedora que se hallaba en el portal de la casa para hacer una buena digestión mientras miraban a lo lejos con tranquilidad. Las comidas se hacían en casa, en familia. Se paseaba sin apuros, se saludaba a los amigos, se conversaba sin prisas.

Existían graves problemas relacionados con la época, eso es cierto. Problemas los hay también ahora, cada momento su historia.

El tiempo se disfrutaba antes. Se disfrutaba, tal vez, con muy poco porque se apreciaba la calidad de lo humano: emociones, entregas, solidaridad, bondades, amistad, lealtad…los valores se encontraban en unión perfecta con el tiempo.

En el presente el tiempo no tiene gran calidad porque se ha ” vendido” al consumismo, al atroz materialismo, a la maldad. Se trata de un tiempo muy moderno en el que el ser humano es un robot entregado por entero a las tareas repetitivas o a la ambición de buscar más y más dinero aunque esto último implique ” entregar el alma al diablo”.

Un correr hacía ningún lado en concreto, se busca un algo que no se sabe precisamente lo que puede ser. Los valores se pierden, la humanidad se ha cambiado por la indiferencia y la intolerancia. El amor se ha quedado relegado para dar paso al odio. El ser humano se autodestruye y destruye a ultranza, encontrando placer en todo esté proceso.

Nada es como en el pasado, en la ” locura ” masiva el tiempo se escurre con rapidez y los días, meses y años pasan sin que se pueda hacer cuerpo con ese tiempo que los forma.

El hombre tiene el progreso en sus manos pero no tiene los detalles, la esencia, de la vida porque derrocha el tiempo en lo que no tiene importancia. El tiempo pasa de prisa cuando no se hace nada por retenerlo en lo que vale realmente la pena.


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