Vamos a ver señores y señoras, ¡Tonto el último! No si al final va a ser el mando a distancia del televisor el que tenga más voz y voto en nuestra vida, que nuestro sentido común y raciocinio. En esta ocasión no ha sido el mando a distancia de la televisión, si no más bien algo que se le parece. El celular o el móvil, aunque también interviene el PC, el MAC, la Tablet y la Pepona de las ferias con WIFI si no la imponen.
Un lumbreras de buena fe (Y disculpen los de la buena fe) ha sacado una campaña en las redes sociales, que consiste en nominar a tres benefactores ajenos y después arrojarse un cubo de agua sobre su cabeza. El lumbreras inventor, con cada video colgado en la red haciendo esa original maniobra (que si la hubiera tomado Belcebú, la hubiera tornado en un orinal relleno de esputos), donará una cantidad indefinida a no menos indefinidas obras de beneficencia o beneficio propio.
Si nuestras tragaderas absorben todo lo que mueven las redes, televisiones o whastaspp, mal llevamos nuestra inteligencia y nuestro paso por la vida.
Si un desconocido llama a nuestra puerta para vendernos pan y ajo y no le abrimos, ¿Porqué nos acogemos a campañas absurdas sin verificar quién está detrás o quién está delante?
Si no nos fiamos de rufianes, mangantes o políticos, ¿Porqué caemos en cómicas y burlescas acciones? ¿Afanes de bufones? ¿Ignorantes declarados? No, lo cierto es que ahora se llaman, “personas comprometidas”. Lo siento permítanme el ¡JA! No he podido evitarlo.
Arrojarse un cubo de agua es un insulto para muchas personas sin acceso a tan preciado elemento, esas mismas personas a las que se pretende ayudar.