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El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Publicado el 15 mayo 2022 por Elcopoylarueca

EL TRAMPANTOJO. HIPERREALISMO EN EL THYSSEN

«Vemos lo que sabemos, no lo que hay.»
Gombrich

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Gallinero (detalle), Jean-François de le Motte, óleo sobre lienzo, sin fecha.

Aves, llaves, escotillas, flores, brazos, piernas, testas, moscas, hornacinas, ventanas, nichos, cortinas, muebles, libros, vajillas… Todo sirve al trampantojo. El trampantojo se apropia, atrevidamente, de aquello que le permite burlar la bidimensionalidad del cuadro; se apropia de todo aquello que le permite jugar su juego de magia y engaño. Donde asoma el trampantojo, lo que ves… ¡no es! 

De modo, amigo lector, que el trampantojo no es más que un truco, una trampa elaborada con teorías ópticas y juegos de perspectivas. Pero es una argucia que requiere de la presencia del espectador, pues para que tenga éxito es necesario que caigamos en la «inocentada» que nos gasta el pintor.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Tras la caza con halcón (detalle), Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1671.

El trampantojo es arte asociado a la percepción; es decir, a la manera en la que nuestro cerebro procesa la información que recibimos a través de los sentidos. 

Los objetos y las figuras que parecen proyectarse más allá del cuadro, que parecen invadir parte de nuestro espacio, excitan nuestra mente creando estímulos que tienen un componente subjetivo y temporal. ¡Temporal!, esto significa que, al final, descubrimos el engaño.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Cristo en la cruz (detalle), Joseph-Marie Vien el Joven, óleo sobre lienzo, 1819.

Efectos ilusionistas nos regalan un arte divertido, curioso, imaginativo, que nos miente a conciencia. Un arte teatral, con «ángel», que muestra el buen oficio de quien lo ejerce, pues el trampantojo requiere de virtuosismo en el dibujo, de conocimiento de la perspectiva y de dominio del color.

El trampantojo busca simular que no forma parte de la obra. Es ficción dentro de la ficción del lienzo. Es fantasía, simulacro, ilusión y, ya ven, ¡parece tan real!

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Los atributos de las artes (detalle), Jean Baptiste Simeón Chardin, óleo sobre lienzo, 1731.

Han llegado hasta nuestros días algunos mosaicos y pinturas murales de Grecia y de Roma que dan fe de que el trampantojo ya era técnica utilizada en la antigüedad. Pero es en el Renacimiento donde florece y es en el Barroco donde da frutos jugosos —nacen subgéneros, como el de gabinete, el de guardacartas, el dedicado a la caza, el de la cortina ilusionista y el llamado quodlibet.

El Romanticismo puso freno a la carrera imparable del trampantojo; no obstante, y por suerte, la representación visual del engaño halló la manera de adaptarse a las nuevas estéticas y, aunque el arte de confundir ya no es lo que era, continúa  gastándonos bromas.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

La ventana tapiada, Pierre Gilou, óleo sobre lienzo, 1982.

Pero…, ¿cómo el trampantojo consigue la «tercera dimensión» en la pintura? 

Estrechando el espacio para evitar la sensación de lejanía.

Aumentando la forma de la cosa pintada.

Otorgando una luz irreal a la escena —elimina la natural.

Descartando, en muchos casos, el paisaje.

Descartando la horizontalidad.

Utilizando un fondo vertical.

Evitando la profundidad y el horizonte —se elimina el punto de fuga.

Colocando los objetos de manera arbitraria.

Utilizando objetos reales que, en general, hacen referencia al paso del tiempo.

Haciendo que los objetos dentro del trampantojo pierdan su significado original —la intención es que parezcan artificiales.

Haciendo que las cosas parezcan suspendidas.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Vajilla de plata en una alacena, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, sin fecha.

¿Y con qué otros ingenios los pintores nos «llevan al huerto»? 

Haciendo uso de la perspectiva central —punto de vista del observador.

Utilizando perspectivas marcadas.

Usando contrastes de sombras.

Consiguiendo que, cuando eran encargos, el fondo del cuadro se mimetizara con la superficie en la que sería colgado —por ejemplo, una pared se convierte, con sus desgastes e imperfecciones, en el fondo del lienzo.

Utilizando encuadres arquitectónicos ficticios —muretes, ventanas, marcos de cuadros…

Dibujando figuras a escala real.

Presentando figuras que parecen girar hacia nosotros, de modo que «invaden» el espacio que separa la obra del espectador.

Estos son los recursos más empleados para conseguir que lo inanimado tenga movimiento. Pero existen más trucos de pintor.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Bodegón con flores: Vista de un puerto con marco de guirnaldas (detalle), Johann Rudolf Bys, óleo sobre lienzo, h. 1713.
(La mosca fue el insecto estrella del trampantojo: facilita el engaño y, a la vez, permite demostrar destreza en el dibujo.)

¡Que lo inanimado tenga movimiento! En ello radica el el éxito del trampantojo, la técnica que adolece de narración pictórica y que ambiciona que huelas, escuches, paladees, toques… ¡que sientas lo que ves! ¡Un truco que arranca a los objetos corrientes su función, su sentido original, que los vacía de contenido para volverlos cómplices de la ilusión óptica!

Las cosas pintadas, ahora metafísicas —mudadas en «presencia»—, marcan una importante diferencia entre el género del bodegón, realista, y el que nos ocupa hoy, que da apariencia de realidad al engaño —el trampantojo es transfiguración.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

La tierra (detalle), Giuseppe Arcimboldo, óleo sobre tabla, h. 1570.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Retrato de un hombre con una sortija (detalle), Francesco del Cossa, óleo sobre tabla, h. 1472-1477.

El Barroco holandés hizo que el trampantojo dejara de ser oficio de artificio para convertirse en género pictórico.

El trampantojo no es un arte con una leyenda a narrar, como he señalado, pero eso no significa que no tenga alma. Los objetos pintados, que hacen que percibamos que rompen el plano, tienen su historia. Han pertenecido a personas que los han goloseado, los han comprado, los han usado, los han conservado y los han gozado.

Son esos objetos pintados, por formar parte de la vida cotidiana de una época, piezas de lo que llamaría un «museo de misceláneas».

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Dos estanterías con libros de música (detalle), Giusseppe Maria Crespi, óleo sobre lienzo, h. 1720-1730.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo con estatuilla de Hércules (detalle), Jean Valette-Penot, óleo sobre lienzo, h. 1748.

Para entender no hay como ver. La enseñanza primera siempre entra por la vista; así que acompaño mi texto con las fotografías que hice a las obras expuestas en Hiperreal. El arte del trampantojo, la extraordinaria muestra que nos ofrece el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y que reúne más de un centenar de cuadros, casi todos de caballete, provenientes de museos y colecciones privadas.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza nos ofrece una visita que comienza en el siglo XV y que llega hasta nuestros días.

El trampantojo es un género que, de manera extrovertida y pícara, nos recuerda que el arte pertenece al reino de la ficción.

Ahora los dejo con la galería que les he preparado. 

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

GALERÍA

(Recuerda que todo lo que ves está pintado, que los objetos no salen del cuadro, que las cortinas no ruedan, que no hay papeles estrujados, doblados, con puntas cortadas…. Recuerda que no hay gallinas picoteando más allá de la tela de un granero y que por mucho que estires la mano no podrás tocar las peinetas, agujas y cintas de los «quodlibet».)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Joven con una pluma, Ferdinand Bol, óleo sobre lienzo, h. 1647.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Bodegón con flores: Vista de un puerto con marco de guirnaldas, Johann Rudolf Bys, óleo sobre lienzo, h. 1713.
(Impresionante juego de luces y de sombras.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo, Jean-Etienne Liotard, óleo sobre seda transferido a lienzo, 1771.
(¡Mira qué efecto! Los papeles parecen despegarse de un fondo de madera; pero tanto la superficie como las láminas están pintadas.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo, Pedro de Acosta, óleo sobre lienzo, 1741.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Tras la caza con halcón, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1671.
(La cortina ilusionista y la caza, dos subgéneros del trampantojo.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1665.
(Pintar papeles permitía al artista mostrar sus habilidades, porque dentro de ellos escribían noticias, dibujaban grabados, sellos de cartas, timbres, retratos, partituras…)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

«Quodlibet» con retratos de contemporáneos y cabezas antiguas, Johann Caspar Füssli, óleo sobre lienzo, h. 1757.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Sin título. La mano. Obra estereoscópica, Salvador Dalí, óleo sobre lienzo, 1975-1976.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Las vestales, Jacob de Witt, óleo sobre lienzo, 1749.
(Para conseguir el efecto de resalte usaban la grisalla, pues con sus tonos de grises hacían que el cuadro pareciera un relieve.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Para el hipódromo, John Frederick Peto, óleo sobre lienzo, 1895.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Bodegón con libros, Anónimo español, óleo sobre lienzo, 1630-1640.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Dos estanterías con libros de música, Giuseppe Maria Crespi, óleo sobre lienzo, h. 1720-1730.
(En 1773, el «Diccionario de Autoridades» definió el trampantojo así: «Enredo o artificio para engañar, o perjudicar a otros a ojos vistas».)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Pera y manzana, Italia (?), mármol, siglo XVI.
(La precisión descriptiva del objeto es una característica del trampantojo.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo con partituras, libros, cartas y un pequeño cuadro, Bernardo Lorente Germán, óleo sobre lienzo, h. 1730.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Billete de cien pesetas, Mariano Fortuny y Madrazo, óleo sobre lienzo, h. 1898.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo con retrato grabado de Nicolas Boileau, Gaspard Gresly, óleo sobre lienzo, sin fecha.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Izquierda: Bodegón en trampantojo, Samuel van Hoogstraten, óleo sobre lienzo, 1664. Derecha: Bodegón en trampantojo, Samuel van Hoogstraten, óleo sobre lienzo, 1678.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Vajilla de plata en una alacena, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, sin fecha.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Perdiz muerta colgada de un clavo, Jan Baptist Weenix, óleo sobre lienzo, h. 1650-1652.
(Subgénero de la caza. En este caso se trata de un trofeo, pero también los hay que incluyen armas, jaulas, silbatos, redes…)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Bodegón de membrillo, Isabel Quintanilla, óleo sobre tabla, 1989.
(Lo perecedero.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Toms River, John Frederick Peto, óleo sobre lienzo, 1905.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo con grabado de Sarrabat, Jean Valette-Penot, óleo sobre lienzo, h. 1748.
(Los «quodlibet» solían representar objetos masculinos, pero en este cuadro se muestran cosas de mujer.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

La Gioconda impúdica, Pierre Gilou, óleo sobre lienzo, 1986.
(Refiriéndose al trampantojo escribe el autor: «No es un acabado aproximativo, sino un análisis de los detalles más pequeños de la materia y de la textura de los objetos».)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

La tierra, Giuseppe Arcimboldo, óleo sobre tabla, h. 1570.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Máxima velocidad, Salvador Dalí, óleo sobre lienzo, h. 1954.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Gallinero, Jean-François de le Motte, óleo sobre lienzo, sin fecha.
(El filósofo francés Jean Baudrillard llamó al trampantojo «alucinación realista». Braudrillard, además, comparó este género con el anagrama.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Bodegón con Jacob Davidszoon, Kenne Grégoire, acrílico sobre tabla, 1987.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Naturaleza muerta con botellas y libros, Anónimo (Alemania del Norte), óleo sobre tabla, h. 1525.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Puerta, César Galicia, técnica mixta sobre gesso y panel de aluminio, 2018-2021.
(¿A que la puerta parece formar parte del espacio donde se encuentra?)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Tres perdices, mosaico (León), 301-400 d. C.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Naturaleza muerta con pertrechos de caza, Johannes Leemans, óleo sobre lienzo, 1665.
(Jorge Guillén escribió «Naturaleza siempre viva», poema que está inspirado en las obras del pintor de bodegones Juan Sánchez Cotán. El poeta de la Generación del 27 menciona el trampantojo en sus versos. Lo llama «objetos-objetos».)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trascendencia espacial, Henri Cadiou, óleo sobre lienzo, 1960.
(Pintor realista que fundó en París, en 1960, un movimiento a favor del trampantojo moderno. Lo llamó «Trompe-l’oeil/Réalite».)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo. Tablero con cartas y libro de música, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1668.
(El «quodlibet» evita la profundidad, utiliza objetos personales, reduce la perspectiva…)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Naturaleza muerta en trampantojo, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1663.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Cuadro en movimiento, Pierre Ducordeau, óleo sobre lienzo, 1966.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Cristo en la cruz, Joseph-Marie Vien el Joven, óleo sobre lienzo, 1819.
(El crítico Aubin-Louis Millin explicó el trampantojo de la siguiente manera: «Así llamamos a la ilusión que produce un objeto pintado, tanto que seduce y engaña a la gente y que los italianos llaman inganni.» —«Diccionario de Bellas Artes», 1806.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

La librería, Kenneth Davies, óleo sobre lienzo, 1951.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

El triunfo del amor sobre la guerra II, Luis Paret y Alcázar, óleo sobre lienzo, 1784.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo con busto de Venus, Caesar van Everdingen, óleo sobre lienzo, 1665.
(La simulación… ¿A que la escultura parece real?)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Los atributos de las artes, Jean Baptiste Simeón Chardin, óleo sobre lienzo, 1731.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Trampantojo con estatuilla de Hércules, Jean Valette-Penot, óleo sobre lienzo, h. 1748.
(Los objetos apreciados.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

Retrato de un hombre con una sortija, Francesco del Cossa, óleo sobre tabla, h. 1472-1477.
( El trampantojo «arroja una duda radical sobre el principio de realidad», afirma Jean Baudrillard.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

San Marcos Evangelista, Andrea Mantegna, técnica mixta sobre lienzo, h. 1448-1451.
(La arquitectura ficticia facilita que el personaje, al girarse hacia nosotros, simule «salirse» del lienzo.)

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.
Huyendo de la crítica, Pere Borrell del Caso, óleo sobre lienzo,1874.
(Estupendo ejemplo de ilusión plástica, conseguido con una figura a escala real y con el efecto del cuadro dentro del cuadro —el niño se apoya, para saltar, en los bordes de un marco pintado.)

Y hasta aquí voy a llegar.
Acércate al Thyssen y disfrutarás de este juego de confusión,
juego creado con línea, sombra y color.

El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen.

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La entrada El trampantojo. Hiperrealismo en el Thyssen. se publicó primero en El Copo y la Rueca.


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