Revista Talentos

El tren equivocado...

Publicado el 10 febrero 2015 por Lluna

El tren equivocado...
Mónica, Ingrid, Daniel y Ernesto, eran amigos desde la adolescencia, salían en un grupo del barrio, con el tiempo se emparejaron, con el tiempo, comenzaron a salir los cuatro solos,  Mónica y Ernesto siempre sintieron algo especial,  pero  Ingrid logró hechizar Ernesto, para sorpresa de sus amigos, a los seis meses formalizaron sus relación, aunque Mónica ocupaba un lugar en el corazón de Ernesto,  pensaba que no debía interponerse entre ella y Daniel, los creía  muy enamorados, no imaginaba la verdad, que Mónica, se hizo a un lado al saber que su amiga enloquecía por Ernesto, convencida de que él sentía lo mismo por Ingrid, como se suele decir hay que  subirse al tren  aunque sea en marcha y ellos lo dejaron pasar, se conformaron en  mantener su amistad, sin ni siquiera sospechar que ambos compartían un bello sentimiento,  que con los años, a pesar de ser un secreto amordazado, crecía…
Ernesto e Ingrid, se dieron el ‘si quiero’ un mes de Marzo, en Octubre lo hicieron Mónica y Daniel, los cuatro eran inseparables, cada fin de semana organizaban cenas o salidas, compartían vacaciones, lo que avivaba el callado sentimiento entre Ernesto y Mónica, alejándoles de sus parejas, aunque no se daban cuenta…  llegó un momento, que Ernesto y Mónica, necesitaban acabar con aquellas reuniones, casi forzadas, ideadas por Ingrid que siempre necesito tener amigos que bailaran a su son y a Daniel, le parecía perfecto, así rompía un poco su monotonía, era un hombre conformista, Ernesto intentaba buscar actividades para el fin de semana  sabiendo que no eran del agrado de Daniel, Mónica fingía sentirse indispuesta y así  cancelar la cena de algún  del sábado o invitar a su hermana que nunca congenió  con Ingrid, durante cuatro  años lucharon por evitar lo que tarde o temprano sucedería.
Llegó Agosto, a pesar de que Ernesto ese verano intentó convencer a Ingrid de que estaría bien pasar las vacaciones los dos solos, pero Daniel ya había apalabrado un apartamento en Águilas, Murcia, localidad que a Ingrid encantaba, allí pasó muchos veranos en su infancia,  la mujer insistió a su esposo viajar con sus amigos, Ernesto aceptó, realmente deseaba estar cerca de Mónica, había dejado de importarle si alguien intuía lo que sentía por aquella mujer, estaba cansado de fingir y luchar por alejarse de ella, cuando parecía que sus parejas no eran capaces de idear nada por separado, nuevamente pasarían las vacaciones juntos.
Salieron hacia Murcia de madrugada, las dos mujeres en la parte trasera del coche, ellos turnándose en  la conducción del vehículo, Mónica optó por hacerse la dormida, aunque Ingrid, como era habitual en ella, no dejaba de hablar, por lo que Mónica desistió e intentaba seguir la conversación de su amiga, aunque trataba de perderse en sus pensamientos, Ingrid repetía lo mismo una y otra vez, Mónica tan solo escuchaba un murmullo. Llegaron a su destino, los dos hombres subían  el equipaje, mientras ellas organizaban, Ingrid se sentía feliz, su playa favorita y sus mejores amigos, pensaba que no podía pedir más.
 El mes pasaba, para unos mejor que para los otros, en la última semana de vacaciones, una tarde, Mónica, un tanto agobiada, bajó a la playa, como solía hacer cuando le apetecía pasear en soledad, se acercó al rompeolas, le gustaba ese rincón, allí estaba Ernesto pescando, era su manera de alejarse un poco de aquel caos  emocional para él, al verlo Mónica se acercó, en realidad, él simplemente respiraba aire puro en ese lugar, aunque le encantaba  pescar, al verla le dedicó un dulce sonrisa, le propuso tomar un refresco, a ambos les apetecía pasar un tiempo a solas, allí mismo había un pequeño bar. Sentados cara a cara, Ernesto necesitaba liberar aquello que callaba durante tantos años, le abrió el corazón sin ningún temor, ella bajó la mirada, intentando evitar que él viera el brillo en  sus ojos, tras sincerarse decidieron un  tranquilo paseo, lo más acertado era dejar pasar un tiempo antes de regresar con  sus parejas, demasiada emoción, algo difícil de ocultar, caminaban frente al mar, cuando Ernesto incapaz de contener el anhelo de besarla, como soñaba, ella no lo rechazó, lo deseaba tanto como él, les cegó   la pasión contenida, borraron de sus mentes a Ingrid y Daniel, anochecía, encontraron  un discreto lugar donde nadie podía verlos e hicieron el amor con la locura de dos adolescente en su primera vez, Mónica gozó como nunca con Daniel, inconscientemente siempre imaginaba que  era Ernesto con quien estaba, Ernesto reconoció que con ella había hecho el amor de verdad, con amor, con su esposa era otra cosa, ambos se preguntaron por qué no acabaron juntos, no había respuesta, quizás debía ser así, Ernesto propuso al regresar a su ciudad, hablar con sus parejas, Mónica, calló.
La semana que faltaba para el final de las vacaciones y regresar a su ciudad a Mónica se le hizo eterna, logró convencer a Daniel para marchar dos días antes, allí se dijeron adiós, la despedida fue distante, algo que descolocó a Ernesto. El sábado Ingrid y Ernesto dejaban el apartamento, él esperaba ver a Mónica al día siguiente, estaba convencido de que organizarían alguna comida, como era habitual, el domingo lo pasaron los dos en casa, Ingrid vivía en su mundo, feliz de su visita a  Águilas, no paraba de hablar de los lugares que habían visitado, lo distintos que estaban, casi a la hora de cenar, llamaron al timbre de la casa de Ernesto, él pensó que serían sus amigos, eran los padres de Ingrid. A Ernesto le sorprendía no tener noticias de  Daniel y Mónica, se sentía intranquilo, deseaba tanto abrazarla de nuevo…
El lunes de vuelta a su rutina, su primer pensamiento era como hacer para contactar con Mónica, esperaría a regresar a casa y sutilmente preguntaría a Ingrid, el día fue muy duro, reincorporarse al trabajo y esa inquietud por Mónica, se contenía de no llamarla a su casa, marcó los números de teléfono, pero al llegar al último sentía temor. A la hora de la cena, Ernesto e Ingrid conversaban tranquilamente, aprovechando que ella menciono a Mónica, él preguntó si habían contactado con ella, Ingrid, recordó que le enviaban saludos, se mudaban de Barcelona, por eso regresaron antes, se instalarían en la ciudad donde trabajaba Daniel, allí vivían sus padres, ellos les cedían un piso que tenían vacío desde un tiempo y    por comodidad, como pensaban tener un bebe, así Mónica no estaría sola, a Ernesto le cambio la expresión de su cara, Ingrid pensaba que estaba al corriente.
Pasaron unas semanas, cuando Ingrid comentó a su esposo que había llamado Daniel, Mónica estaba embarazada, por las cuentas, quedó en cinta durante  las vacaciones, a  Ernesto le recorrió  una extraña sensación, necesita hablar con Mónica, propuso a Ingrid, visitarles el fin de semana, ella le sugirió que  él les llamará, Ingrid había hecho amistad con una compañera de trabajo, eran inseparables, sustituyó a Mónica por Lucia, su amiga de tantos años, Ernesto   tenía  un motivo para contactar con ella, Ingrid le anotó el número de su amiga .El jueves por  tarde, al regresar del trabajo, llamó a Mónica, Ernesto necesitaba saber si ese bebé podía ser de él, Mónica le rogó que se olvidara de ella, ahora estaban lejos, se acabó la tortura de ambos tanto tiempo deseando evitar con aquellos encuentros entre amigos, cada uno estaba en su lugar, donde la vida les colocó tiempo atrás, así se despidió de él.
En lo más profundo de su ser,  Ernesto sabía que el hijo de Mónica era suyo, pero nunca lo sabría, tomó el tren en la estación equivocada… pero era la suya.
Magda Jardí
 ©Derechos reservados

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