—Cariño, no quiero continuar.
Los tres alrededor de aquella mesa.
—Hemos venido para esto, llegaremos al final.
Nuestra primera vez, no para ella.
—Decidíos, ¿sigo?
Nos ofrecía mucho dinero.
—Sí.
Mi afirmación marcó nuestra relación.
—Trío... ¡como las tres habitaciones del apartamento que habéis ganado en Torrevieja, Alicante!