El último

Publicado el 23 mayo 2017 por Deb Pita
Creo que el triste sentimiento de llegar el último merece que le dedique estos minutos de gloria.
Es relativamente frecuente que los pacientes traigan regalos a las consultas. No soy partidaria, pero a ellos les gusta. Total. Qué daño hace un dulcito. A veces somos los propios trabajadores los que llevamos comida para compartir a media mañana. Siempre hay algún residente agradecido, un rotante de fuera que se despide, alguien se jubila y entre tanto melodrama y yo entra bien algo para chascar. Reponer baterías a media mañana es necesario. Lo duro ocurre si tienes la desgracia de tener la mañana ocupada y tienes que saltarte el kit-kat.
Entras como en un remolino de hambre-sed y al final sueles terminar comparando las lesiones de los enfermos con comida. Esta es la triste historia del médico residente. Pocas veces tenemos tiempo para desayunar y si acaso estás de suerte y tienes un minuto para pasar por el office, llegas con frecuencia a coger el último trozo y... la verdad es que antes de pensar por qué estaba ese trozo solito ahí, si se cayó al suelo o lo tocaron con las manos sucias, ya te lo has comido.