
Como lectora, la narrativa fantástica siempre ha estado entre mis favoritas. Por eso, cuando vi la última propuesta de Neogéminis para el reto de los jueves me emocioné. Eso sí, enseguida me sobrevino el miedo a no estar a la altura de un género literario que me gusta tanto. El reto para mí, ha ido en varias direcciones:
- Conseguir sintetizar lo más posible en 350 palabras sin que el texto pierda sentido.
- Mi empeño de incorporar en la trama las razas que Neogéminis sugería: duendes, hadas, alquimistas, magos y como extra (añadida por mí) elfos. Y una sorpresa que me guardo como as en la manga y que descubrirás al leer mi propuesta.
- Impregnar con ciertos toques de humor al relato.
- Cumplir los requisitos del reto anual del Club de escritores inconfesos de Sandra Lledó, incorporando una de las palabras propuestas por un socio vip del club. En mi caso la palabra en cuestión es libro.*


EL UNGIDO
PALABRAS TOTALES: 326Hyabak, el mago más viejo de Onedlog, conjuró cientos de mariposas que volaban sobre el cónclave, creando una barrera contra oídos indiscretos.
Convenía esquivar a los cerdos voladores, por chismosos. No en vano, el Gran Consejo de las Cinco Razas exigía que todas sus rutas aéreas fueran por encima de las copas de los árboles. Y ellos incumplían por sistema.
No obstante, aunque tanta precaución era vital, el zumbido irritaba a los elfos; las hadas cubrían sus orejas con musgo; los duendes subían a las setas para escuchar y ver mejor; y los alquimistas, por su parte, agarraban sus frascos con fuerza para proteger el contenido contra la vibración.
La Nueva Era que Gronufeth anunció en su libro Therynot se hacía realidad.
—De las Cinco razas, nacerá el ungido. Él unificará los territorios y dará voz a la Madre Naturaleza —citó Hyabak, recordando a su antecesor.
A continuación, dispuso un mortero de obsidiana sobre una roca.
—Cada raza ofrecerá una ofrenda viva.
El hada entregó una chispa de luz en un pétalo palpitante. La alquimista vertió una gota de savia roja, todavía tibia del tronco. El duende, pequeño como un puño, sopló desde su gorro un silbido afinado en do, y este siguió sonando dentro del mortero. Hyabak legó una arruga del tiempo, recién planchada.
Rydorak, de los Bosques Altos, avanzó y pronunció el verdadero nombre del río Oned. Después, lo añadió a los demás obsequios delicadamente.
El ungüento palpitaba y brillaba en tonos que abarcaban todo el espectro del arcoíris.
De repente, el aire cambió. Las mariposas callaron y un hermoso ejemplar amarillo se posó en la frente de Rydorak.
—Habla, Ungido —pidió el mago.
Y la tierra se expresó por medio del elfo: “Que se abran los cauces cegados; que el metal se aleje de las raíces; que los nombres originarios regresen a las cosas.”
Por primera vez, los cerdos voladores escucharon en señal de respeto. Eso, en nuestro mundo, contaría como acuerdo unánime.


- Un relato que escribí hace ya muchos años, también en clave de humor, en el que también hay seres fantásticos. Lo titulé El cuento de los cuentos.
- Y si te apetece algo más profundo, quizá te guste mi relato más reciente: Los ojos de Alika. En este no hay seres fantásticos y me temo que tampoco humor, pero sí cierta magia. 😉
