El único arte:

"El viejo sigue acostado, no se mueve pero abre la boca y los ojos. Me mira y dice: da igual que corras, que huyas, que te escondas, nada te salvará, me oyes, nada. La tristeza ya está sobre ti..." ( Hasta la próxima). Dieciséis relatos donde la cotidiana tristeza envuelve las vidas de sus protagonistas, y de la cual, no pueden escapar. Pero también humor y amor pasados por un filtro de finos orificios: "¿Naira? No. ¿Nuria? No. Naira, sí, Naira. Así se llamaba aquella chica, la pescadera, Naira. Qué brazos tenía. Uno de sus antebrazos era como uno de mis muslos, daba un poco de miedo. Podías imaginar muy fácilmente que, aunque te cogiera la polla con cuidado, algo de daño te iba a hacer", ( Pescado fresco). Ficción y realidad confundiendo sus límites, bares donde "los reflejos de las caras se difuminan, concediendo al cliente, cada medio día, una segunda oportunidad..." ( Almuerzo emigrado). Voces en primera persona que buscan en la basura familiar ( Arroz con salchichas, Matar lagartijas), que se enfrentan a su propia muerte con profesionalidad ( El recogedor de cadáveres), o que se reconocen indefensas ante la locura: "Cómo llegué a ese estado no lo sé. Supongo que lo único que separa a un loco de un cuerdo es el asesinato, y aunque esta teoría no la tengo del todo definida, se podría decir que algo loco, por tanto, estoy" ( Duerme mi amor, duerme). Ensalada de Canónigos lista para tomar con un chorrito de vinagre balsámico.

El volumen se estructura en siete partes principales que incluyen cuentos y poemas afines, en cada caso, a una determinada temática común...