La goleada puede resultar algo engañosa a la hora de sacar conclusiones a medio plazo, porque el Manchester jugó apenas lo justo y el Leverkusen no ofreció resistencia y se dejó masacrar por un equipo que, sin dar una gran demostración, fue claramente superior en todas las líneas.
Del Leverkusen ni siquiera puede decirse que luchó contra su destino, puesto que pareció resignado desde el comienzo a que una apisonadora roja le pasara por encima sin intentar llevar el partido al terreno de lo físico para tratar de paliar un poco la catástrofe.
El Manchester abrió el marcador en el minuto 23 por medio de Antonio Valencia en un contragolpe que se inició con una pérdida de balón de Stefan Reinhartz en la mitad del campo. El japonés Shinji Kagawa le metió un pase en profundidad a Wayne Rooney, que tiró un centro al área pequeña para que Valencia definiera sin problemas.
Hasta ese momento, los dos equipos habían tenido dificultades en llegar a la portería contraria, en un partido sin mucho ritmo y sin ideas.
Del lado del Leverkusen, que trataba de llevar la iniciativa sin muchos argumentos, sólo se podía registrar una aparición en el área de Stefan Kiessling en el minuto 20 que no alcanzó a rematar gracias a una intervención providencial de Evans.
En un partido en el que ninguno de los dos equipos mostraba un juego estructurado, lo más factible era que las situaciones de peligro llegaran en una jugada fortuita y así ocurrió en el minuto 30, cuando el Manchester aumentó el marcador gracias a un gol en propia puerta de Spahic tras una falta lanzada por Rooney desde tres cuartos de cancha.
En el segundo tiempo, el Leverkusen no pudo reaccionar y el Manchester aprovechó los errores locales para sentenciar. Así ocurrió cuando, en el minuto 65, Johny Evans marcó el tercero para los ingleses al recoger un rebote tras un saque de esquina
El cuarto lo logró Smalling, tras un centro desde la derecha de Rooney, en el minuto 77 y finalmente Nani, en el 87, redondeó la goleada.