“…aprender sobre el respeto, los límites, la responsabilidad y la solidaridad”… no se en que momento se dejaron de enseñar estos valores, o cuando se vieron enterrados entre un montón de estímulos audiovisuales muchos de ellos completamente vacíos y superficiales, que los amortiguaron tanto que se quedaron muy en el fondo de esa educación diaria y temprana que los padres debemos preocuparnos de transmitir.
Digo esto porque acabo de dejar a mi hija de once años acongojada en casa porque una de sus compañeras de colegio con quien últimamente se sentía a gusto (en una clase rara y problemática donde las haya) va a ser castigada con el destierro a su país de origen (aclaro que es China con lo cual se hace un poco difícil ir a visitarla). El motivo del castigo (que hay que relativizar porque es su versión y no ha sido contrastada con la de ningún adulto) es que ha manipulado fotos para burlarse de otra amiga colgándolas en su perfil de Tuenti y acompañándolas de delicados insultos más propios de veinteañeras poligoneras.
Todos los días me cuenta algo parecido, así que ya no me extraña, solo me horroriza. Ella forma parte de esa minoría que a su edad todavía no pertenecen a ninguna red social, manteniendo el tipo mientras el resto le pregunta porque no tiene Facebook o tuenti. A ella no le interesa, desde hace un año en que casi todos los de su clase (solo resisten 4) se abrieron un perfil, no han dejado de generar problemas entre ellos. Sabe que muchas veces se queda fuera de las conversaciones porque “no está al tanto” de lo que se ha hablado en la red, pero ha visto tantas broncas por culpa de lo que se dice, se pone o se cuelga, que pasa. De lo que me alegro.
Y no entiendo nada. Recuerdo que cuando iba al colegio siempre había un par de descerebrados que se dedicaban a meterse con los niños más débiles o solitarios, pero lo que me sorprende es que parece que ahora ese es un comportamiento más numeroso de lo que sería deseable. Son esos niños y niñas alabados en exceso por sus padres por eso de reforzarles la autoestima, que se la han reforzado tanto que van de prepotentes por la vida con solo diez años, no quiero ni imaginar cuando se les sume la prepotencia de los catorce o dieciséis, donde además creemos que lo sabemos todo.
Pero ahora también existe la otra burla, la que se hace por escrito, crecido ante un teclado, porque no es lo mismo hacer daño mirando a los ojos al otro, que escribirlo en un globo de texto. Si, es lo mismo que cortar con un mensaje de texto, de cobardes.
Y que conste que no culpabilizo a la red social, no creo que ese sea el problema. Quizás si a la falta de madurez de unos precoces usuarios que no están preparados para ello, por algo se supone que hasta los dieciséis años no está permitido tener perfil, y a la falta de responsabilidad de muchos padres que no controlan lo que sus hijos hacen y dicen en la red, porque no quiero ni pensar que lo saben y lo permiten.
Y esto no ha hecho más que empezar…