Revista Diario

El verano, el amor y las tormentas

Publicado el 03 septiembre 2010 por Gatadormida

El verano, el amor y las tormentas

"Cosas del verano..."

El verano es una época en que tanto hombres como mujeres despliegan todos sus encantos, sabiendo que el calor es la excusa perfecta para enseñar piernas y brazos. Algunos ven como el esfuerzo de horas practicando en el gimnasio para mantenerse en forma, dan sus primeros frutos convertidos en abdómenes lisos, piernas sin celulitis y brazos bien torneados… Otros simplemente intentan disimular algún que otro michelín de más o saben sacar partido a sus encantos, propios de un cuerpo normal y corriente. El caso es que todos nosotros… Queremos causar “admiración, deseo, o ambas cosas”.

Sin embargo en la temporada de verano no todo es maravilloso y fantástico, un día puede amanecer con un estupendo sol en lo alto del cielo, y al día siguiente aparecer una enorme nube descargando una lluvia fina que parece eterna, acompañada de sus respectivos truenos y rallos a juego, claro está… Siempre que observo esa escena la comparo con los amores de verano, y vosotros os estaréis preguntando… ¿Por qué? Es muy sencillo: "ese tipo de amores aparecen cuando menos te lo esperas en forma de…" El vecino macizorro del quinto que ha alquilado ese mismo verano el apartamento. Ese chico de mirada seductora que alquila los patinetes. El jovencito de ojos verdes que te vende el pan todos los días. Ese amigo de la infancia que ha pegado un estirón y ya no es el de antes… O aquel que se pone a tomar el sol justo a tu lado en la playa. Nunca sabes cuando vas a conocerles, solo sabes que pueden aparecer o no, depende del año y depende de los lugares por donde te muevas.

Otra de las cosas que tienen en común es que: "tan rápido vienen, se van". Le conoces una noche, lo pasas bien, así que sin hablar nada, os veis todos los días hasta que llega el momento de dejar el lugar donde estás veraneando, para volver de nuevo a la rutina. Como vivís en la misma ciudad, os prometéis llamar ¿por qué no? Pero esa llamada nunca llega, y si llega, la mayoría de las veces ves que es mucho mejor lo que viviste, a lo que estás viviendo con él otra noche más en una ciudad distinta sin mar, sin brisa, sin relax…

Si aún no veis ninguna relación entre las tormentas y los amores fugaces veraniegos, siempre queda decir que: "puedes llegar a enamorarte" (o tu propio cerebro segrega la información errónea de que estás enamorado), así que cuando terminan esos días tan idílicos con el supuesto hombre, te encuentras en una nube a tu regreso, pero las dudas te atacan y te acabas preguntando si te va a llamar o no, o si en el caso de que te llame, si al salir con él sentirás lo mismo o no. El caso es comerse directamente la cabeza… Ese estado durará solo unas semanas o incluso menos, lo mismo que tardan las nubes en juntarse para descargar el agua y separarse para seguir cada una de ellas un camino distinto.

Y estas han sido alguna de las razones por qué creo que: “las tormentas de verano son como los amores de verano”. Solo me queda dar las gracias a Pyroxine por la idea y su inspiración nocturna.


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