Londres huele a especias, a picante, a comida de fuera y a hambre. A Londres le pasa casi lo mismo que a Nueva York, que no es que sea como en las películas sino que las películas son como ellas.
Londres está hecha para pasear tranquilamente convencido de que llegarás al sitio que deseas, convencerte de que el trabajo de tus sueños te está esperando y de que podrías ser una de esas chicas que quedan con sus amigos en Covent Guarden después de las seis, aunque todavía no sepas cómo lo vas a pagar. Para enamorarte y poder vivir enamorado, no como en París, aunque tú no seas la actriz más famosa del mundo y él no tenga una librería.
Y el sur... el sur está hecho para todos menos para mí.