Dime qué nos queda, ahora,
dime cuánto nos queda de viaje
si todo está podrido bajo el manto de flores,
la escarcha rancia, las telas rotas
y desmigajadas en veinte manos diminutas
que cosen cada día veinte horas
para no saber cuánto, ni
qué les queda al final del día
ni cuándo será eso,
cuándo
si todo está podrido bajo el manto de sueños,
que él tejió y tú tejiste para un viaje
y aquel rompió para enterrarlo
en el verdinegro que nunca nos otorgará paz.
Dime qué nos queda, ahora,
si para llegar al destino hemos muerto tantas veces
que ya nuestros muertos no valen nada.