Revista Literatura

'El Zar y la Camisa' por LEON TOLSTOI

Publicado el 27 junio 2012 por Jlmoreno @jlmorenot
Uno de los cuentos más bellos que he leído es este, del maestro Tolstoi. Su enseñanza es extraordinaria siempre, pero más en los tiempos que vivimos. Estos días volví a leerlo en un librito que hablaba sobre la 'Felicidad'. Creo que Tolstoi expresó en pocas líneas el verdadero sentido de esta gran palabreja: felicidad.
La felicidad no te la dan las posesiones, la felicidad se tiene o no se tiene, se siente o no se siente.
“En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un Zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían, y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero, lejos de mejorar, el estado del Zar parecía cada vez peor.Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países. Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del Zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al Zar. Sin embargo, fue un trovador quien pronunció:- Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.Partieron emisarios del Zar hacia todos los confines de la tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero; quien lo poseía, carecía de amor. Y quien lo tenía se quejaba de los hijos.Mas, una tarde, los soldados del Zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:- ¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares, ¿qué más podría pedir?Al enterarse en palacio de que por fin habrían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor de Zar ordenó inmediatamente:- ¡Traed prestamente la camisa de ese hombre! ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, mas, cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:- ¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!- Señor -contestaron apenados los mensajeros-, EL HOMBRE FELIZ NO TIENE CAMISA.”

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas