No se puede ni pasear tranquilo. La gente está desatada. Hablan sin parar sobre los proyectos de los partidos políticos. Discuten cada punto del programa. Se enredan en largas discusiones sobre movilidad, economía o urbanismo. He visto a gente dialogando mientras se abría el semáforo. Jamás vi cosa igual, discusiones sobre el centro histórico en el bar, dando la espalda al partido de fútbol. Un policía ha tenido que moderar un debate en la sala de espera del centro de salud. Los medios de comunicación reciben miles de cartas y llamadas para pedir información. Hay ferias en las que se ha prohibido la música, para no entorpecer los rifirrafes políticos. Pararon un partido de baloncesto para discutir sobre educación en un tiempo muerto. Te aborda cualquiera por la calle y te dice lo que piensa. Es mejor no salir de casa. Incluso los niños aconsejan a sus padres. Exigen ser tenidos en cuenta. He visto al perro de mi vecino olisquear un folleto electoral... La gente no para de hablar y valorar, da igual si es la cola de la panadería o la ferretería. He visto cosas que vosotros no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión...