Revista Diario

elegía

Publicado el 13 abril 2010 por Gothicsue_
Atardece, y está en la gran ciudad. Rodeado de un tráfico chirriante, espeso e impaciente, percibe un olor a soledades. Se pregunta por qué en medio de un amasijo tan poblado. Y es que la soledad aquí es una alcaldesa omnipresente; ordena y manda en parques, plazas, calles, viviendas y oficinas. La multitud que ve, y que a su alrededor se apelotona, no es un cuerpo común, ni una suma coherente, ni un organismo vivo, cuyas sístoles y diástoles coincidan con las de los seres que lo forman; no es sino una acumulación de soledades: un invisible impermeable de recelos enfunda a cada ciudadano y lo aísla de los que andan a su lado. No habla de los marginados involuntarios ni de los voluntarios. Habla de los habitantes normales: los autóctonos, los que gozan de los privilegios de la ciudadanía. elegíaEl animal urbano fundó ciudades donde iba a ser feliz en compañía; trazó planos gozosos, lugares de reunión y de intercambio, casas donde la alegría de vivir se iba a multiplicar  por la alegría ajena... sin embargo, se ha extraviado, ignora hacia dónde va y qué prefiere. Se defiende, intimidado; se repliega en sí mismo y en su desconfianza; alza vallas; protege sus sentidos permanentemente atentados. Sube a su coche, alza los cristales, los oscurece de ser posible, se niega a oír a los otros, se cala los cascos musicales para tapar con su estruendo el estruendo circundante, blinda sus puertas, bebe a solas, se droga a su manera, se queda cara a cara con su soledad, temiendo preguntarse para qué… e insomne, durante sus noches, oye los rumores de fuera. Y espera…espera, como un náufrago, que llegue el amor –natural y abundante- como la luz y el aire, como un insólito cabo salvador, siempre desde fuera, acaso a través de un llamado, olvidándose que se negó a dar su teléfono, por miedo,  o para impedir que nadie irrumpiese  el quehacer de su soledad…  ¡que locura!... porque luego, sin soportarlo más, recurre a portales de encuentros, a reuniones de solas y solos, o a la pantalla de una computadora, para que su servidor le procure la limosna de una pareja…Un hombre… menudo hombre, buscando el sueño interrumpido, aquel en el que la ciudad…la gran ciudad, como un dios totémico, prometía vivir a manos llenas, que lo abandona, ahora, desnudo y aterrorizado…colérico o anestesiado, jugando mudo con su celular entre las manos.
Copyright by Susana Inés Nicolini. Todos los derechos reservados

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Gothicsue_ 95 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Dossier Paperblog

Revista