Emociones líquidas que liquidan

Es fuerte.
Es intenso.
Es insoportable sentir el vacío que generan los cambios. Esos cambios que te obligan a reacomodar los pedazos rotos de tu ser. El ser más invisible para todos, pero el más real que conoces. El que te dicta oraciones sin respetar puntuaciones, el mismo que revuelve el torrente sanguíneo llevándolo al límite y confronta con el exterior.
El que se enfrenta a las contradicciones cotidianas de lo que querés y de lo poco que te ofrece el afuera.
Hoy soy, mañana menos, pasado no tanto, para volver a ser yo otra vez.
Un día más.
Otra jornada más bajo el agua potablemente artificial que se funde con el agua más auténtica que brotan mis ojos, agotados ya de enmudecer emociones líquidas que queman el rostro y silencian latidos. Que quieren expresar lo que no pueden hacer en palabras, pero que lo hacen a su modo, como les nace, y que en definitiva no precisan detallarse.
Gotas sobre mi piel caen como chorros tibiamente graduados desde el cielo urbano, alcanzando mis dos ventanas al mundo empañadas por el vapor de mi motor cerebral.
Líquidos que mantienen largos momentos de combate entre dos estados: el que fue y el que es.
A veces cesan y le dan lugar a otras expresiones que circulan por el cuerpo.
Le dicen adiós a lo que ya dejó de ser.
No saben que se están despidiendo del dolor, para luego encontrarse en algún momento con otras emociones líquidas plenas de placer. De dulzura. De verdadero éxtasis.
Son inconscientes. No razonan. No piensan. Solo sienten.
¿Cómo explicarles el cambio?
¿Cómo medir la emoción?
Un profundo suspiro en ascenso  se encarga de retener la energía que al descender logra lo inexplicable. El milagro de aquietar las aguas en disputa.
Un día más.
Otro más…
Y la música que todo lo puede.

Crónicas de una normal inadaptada ( 12)
Autor: MP