Emprendores echan su
cuento de cómo
triunfaronPor Patricia MarcanoMirna tiene las fórmulas guardadas pero se las sabe de memoria. Hace desinfectante (más de 10 fragancias), desengrasante, lavaplatos, enjuague para ropa, cloro, cera.La vida de Mirna Romero se divide en dos, antes y después de 2007. Ese año la liquidaron del Hipódromo de La Rinconada, después de 14 años de trabajo. “Me quedé desempleada, con una mano adelante y otra atrás, era sostén de la casa, con dos hijos en colegio, una en liceo y otra en la universidad. Me dije: ‘Algo tengo que hacer’ ”.
Montó una bodega en la sala de su casa y así estuvo año y medio; vendía a toda hora. Se cansó de esa “esclavitud” y decidió buscar otra cosa. Le pidió a un amigo que trabajaba con desinfectantes que le fiara unas cajas para ella venderlos y así hizo. Poco a poco, con el dinero de las ventas, compraba los productos listos, en cuñetes, los envasaba y los vendía. Mirna siguió con ganas de ir más allá.
Hizo talleres gratis sobre emprendimiento y negocios, quería hacer cursos para aprender a hacer ella misma los desinfectantes y otros líquidos; no pudo, eran muy caros. Pero le pasó algo mejor. “Una señora que me vendía los productos me dio todas las fórmulas y me enseñó a hacerlas. Le agradezco muchísimo”. Aún es su distribuidora.
Mirna tiene las fórmulas guardadas pero se las sabe de memoria. Hace desinfectante (más de 10 fragancias), desengrasante, lavaplatos, enjuague para ropa, cloro, cera. “Yo fabrico todos los días, ya le tengo el punto con la paleta”, dice después de detallar las cantidades de alkopal (espesante), dodigen (antibacterial) e hipoclorito de sodio que usa en cada caso.
Los fines de semana vende sus productos en el mercado del puente El Guanábano, en la avenida Baralt. “No fue fácil pero la constancia mía era mayor. Hoy yo me siento una mujer exitosa. Si yo pude, todas pueden. Tengo 5 años con este negocio y gracias a él y a los talleres del Cesap me animé a estudiar, yo no era bachiller, ahora sí, y empecé a estudiar Administración”. Este año Mirna pudo comenzar a arreglar parte de su casa. Quiere ampliarla para mudar el “laboratorio” donde fabrica, y arreglar su carro para llevar ella misma la mercancía y buscar los insumos. Mientras, tiene la satisfacción de tener una hija licenciada en Informática, otra a punto de ser administradora, uno en 5º año y otra en 4º, que además es músico de la Orquesta Sinfónica.