En la majestuosidad del silencio
cae mi blusa.
Con armonia de siestas.
El molino en la hora de la siembra
desgrana la semilla en reserva
que espera la otra hora,
la fecunda.
Con la levedad del suspiro me desnudo.
Todos los girasoles se volvieron.
Me miraban asombrados.
La tarde arrima la hora de la perplejidad del silencio.
Archivo la experiencia.
Bebo el vino de la espera aqui,
ceremoniosamente lejos.
Ausente de lo cotidiano.
El torrente de los años...!
Me integro a la inmensidad del equilibrio,
(guerrera sin escudo).
Me desvisto ante el silencio
atemporal de mis fronteras.
Tomo las uvas una a una,
postrer vendimia del placer.
Como el surco del labriego,
soy espacio y tiempo,
huella y constancia.