En Brisas de Orbe

Al borde del camino arado que lleva hasta Brisas de Orbe,
me encontré unos girasoles que miraban hacia el Monte,
sus amarillos candores atravesaron el cielo y se fundieron
con el viento en el infinito enésimo; y entre colores sin
nombres, al día le extrajeron la noche. Loca envuelta en sus
calores; y con olores a hombres, como luna llena en coche.

Y en ramos de Mardeflores me indicaron el trayecto; y me
despertaron con versos, cuando me estaba durmiendo…

Y me vi metido en un hueco que abrigaba el largo túnel que
me trajo hasta este pueblo. Por un pasadizo secreto en donde
el tiempo es eterno y los dolores bien viejos. Por un laberinto
sin grietas donde la tierra que seca da paso a la primavera,
donde las nieves que hielan no congelan las Estepas, pero
enfrían las praderas; un mundo que vive fuera del sistema.

Un adjetivo convulso confrontado a sus dilemas, con tareas
a sabiendas, con izquierdas, con derechas y con neutras
almas buenas. Con deberes, con derechos, con cerebros,
con su esencia y sin perderla. Donde las nostalgias y penas
se revientan cabizbajas y altaneras con pereza; y donde las
calles de piedras, nos recuerdan de otras épocas leyendas…

Un Universo complejo confrontado en cada tema, con parques,
casas y tiendas, con plazas, templos y escuelas. Con oficinas
e imprentas, con bares, plantas y bandera. Con un himno
de poesía y con regiones anexas. El panteón del alfabeto
de las letras, las galantes bellas artes que más cuestan, las
sonrisas, las maneras; aquí todas pervertidas las encuentran.

Un día alegres, el otro insípidas, llorando algún mediodía,
entretejidas en caricias y desvestidas en rimas. Ebrias,
colmadas y altruistas, mendigas, chusmas y abstractas; aquí
se encuentra hasta al alba abandonada, solo hace falta
buscarla, pues suele esconderse entre sabanas. Y de gobiernos
ni hablemos, ya que tienen sin quererlo el que han electo.

En los confines de este hueco paralelo, la razón mientras
más tienen más da aciertos, la ilusión de los amores arma al
pueblos, la candencia disemina melodías; y los coros que
se entonan lo iluminan. Y en el aire que respiran vaga nítida,
la expresión de las consciencias que se estiman. Y se privan
si el dinero gasta en tinta, la respuesta a la factura inmerecida.

Y a aquí vuelvo cuando parto a la manigua, al gemido de la
jungla de otras villas; al cada día que le echo encima a los que
me quedan de vida. Al camino donde enferma mi semilla, a
los giros de mis soles corazones, a las vueltas que le ha dado
el sur al norte, al oeste conociéndome y al este con pantalones;
desdichando sinsabores en el Monte de los Humanoides…

Cerca de Brisas de Orbe, la ciudad donde el tesón plantó una
Torre, en las puertas del bazar de las pensiones; en mi cofre…

Picture by Ariel Arias

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