Hay varias maneras de navegar hasta Capri: en ferry desde el puerto, en barco alquilado en exclusividad, en embarcaciones menos masivas que trasladan a una docena de personas por vez… nosotros optamos por esta última alternativa, en especial porque asegurábamos el traslado desde Sant´Agata hasta Sorrento en un vehículo de la agencia, la disposición de horas en la isla para caminar y almorzar y la posterior navegación por los alrededores del mar Tirreno.
Desde la Marina Grande el camino hacia el centro de la ciudad, encaramado en lo alto, admite varias opciones: taxis descapotables dignos de una película hollywoodense, ómnibus regulares, funicular o caminata escaleras arriba, que con esfuerzo y tesón permite arribar al cabo de media hora a la pintoresca Piazzetta Umberto I, sentarse en una de las terrazas cubiertas por sombrillas y tomar un café acompañado de una delicia dulce italiana. Los precios, obviamente más elevados que en Sorrento, resultan similares a los de la Costa Amalfitana.
El centro es rigurosamente peatonal, salvo por los empleados de hoteles que se desplazan en unos pequeños vehículos que transportan el equipaje de los huéspedes entre calles diminutas, comercios pintorescos y boutiques de lujo que se extienden a la largo de Vía Camerelle. La construcción del antiguo hospital es hoy el Grand Hotel Qvisisana; con un poco de imaginación se puede ver a Pablo Neruda, Jean Paul Sartre o Grace Kelly deambulando entre los balcones floridos.
Los monjes continuaron elaborando estas fragancias bajo estricta reserva de las fórmulas como una manera de obtener ingresos para sostener la orden, pero con el tiempo fueron olvidadas. Fue en 1948 cuando el prior de aquella época encontró los viejos manuscritos y solicitó el permiso del Papa para entregarlos a un químico del Piamonte: así surgió el laboratorio de perfumes más pequeño del mundo, que emplea los mismos métodos de producción de antaño con materias primas originarias de la isla.
Se puede admirar la tienda de Vía Camerelle y elegir entre los exhibidores la fragancia que nos remontará al tiempo pasado en la isla, o bien visitar el mágico laboratorio cercano donde elaboran tanto aguas de colonia como perfumes y exquisitos productos cosméticos y para el hogar: romero recogido en el monte Solaro, clavelinas fragantes y cítricos jugosos son sólo algunos de los elementos naturales utilizados en las fórmulas de los antiguos monjes de Capri.
Grutas marinas
Capri posee unas 65 grutas marinas entre las que destaca la famosa Grotta Azzurra, donde el agua parece cristalizarse en el color cobalto que irradia desde su fondo. Cuenta la leyenda que los emperadores romanos empleaban esta gruta como baño privado y que su popularidad se debe al artista polaco Klopisch, quien en 1826 supo de su existencia por un pescador y no pudo evitar compartir el secreto con el resto del mundo, habida cuenta de la increíble belleza de la cueva marina.
Los colosos de piedra o Faraglioni se emplazan, impertérritos, en el medio del mar: Saetta se resiste a desprenderse de la isla, en Stella la erosión ha tallado un arco natural que se adentra en las aguas mientras en Scopolo habita el lagarto azul, indiferente a las exclamaciones de los visitantes ante semejante espectáculo natural.
Los paisajes en las rocas parecen extraídos de un mundo irreal y se visualiza el Arco Naturale, inmensa puerta de entrada a la que fuera otra gran cueva que fue ampliando su tamaño debido a la acción del viento y la lluvia durante el curso de los siglos. Y así se fue deslizando el barco entre el oleaje hasta que la caída de la tarde indicó el momento del regreso a Sorrento, mientras nuestros ojos procuraban retener la hermosura de la naturaleza que circunda la isla de Capri.
Todas las fotografías resultan mérito exclusivo de Juan.