—¡Maldita portera! —se dijo—. Sus chismes me van a arruinar la vida.
Revista Talentos
Entró al portal y advirtió gemidos entre los contadores. Al principio sonrió al imaginarse la escena, pero cuando escuchó su nombre entre jadeos, se indignó y encendió la luz. Allí estaba él disfrutando con la rubia del quinto.
—¡Maldita portera! —se dijo—. Sus chismes me van a arruinar la vida.
—¡Maldita portera! —se dijo—. Sus chismes me van a arruinar la vida.