los muslos en vilo,la piel encendida y el corazón en la garganta,aunque el mundo, allá abajo, seguía enloquecidosin alterarse por una vida en el filo.
El pensamiento se le escapó,huyó de repente sin que nada le empujara.¿Las camas? Hechas¿El gas? Cerrado¿Sabría encontrar el jefe las cartas para firmar?Pero, ¿quién recogería a Emilio a la salida del colegio?¿Su marido? Quizás. ¿Y la cena?Volvió a mirar a la ventana.Alguien debería cerrarla
cuando ya no estuviera allí sentada.No se pueden dejar abiertas las ventanas,en un santiamén
todo se pone perdido.
Ya vestida,cogió el bolso y el abrigo.Pensó en besarleen la nuca
o en las nalgas.Dormía desnudo, satisfecho,vuelto hacia la dorada luz de la tarde.¡Quién sabe!Quizás, un día de estosvolviese para sentarse de nuevo
en el alféizar de la ventana.El Asombrado Mirón, una visión sobre la actualidad política y social, una manera crítica de interpretar la realidad.