arrabal
esquina
calles
¡qué cuna para un botija!
.
humeaban los adoquines mojados por la lluvia
y en su imperfección se tragaban los pasos
apurados de los entenados de la noche
.
cada cual con su mirada enturbiada, esquivando algún charco
y con el apuro lleno de ingenuidad, porque la lluvia
moja mucho más cuando corrés
.
unos amantes, vueltos de un beso, se sueltan las manos
con un fino desliz que se prolonga en el claroscuro espacio
engalanando lo umbrío de la escena,
cual fuera una perla caída en la alfombra
.
unas celosías, acopian breves historias que luego serán
la conversación de la almacén o de la peluquería
.
y en el zaguán que me guarezco, me encuentro vacío por dentro
transido de soledad, harto de ello y resuelto
a disimular un par de lágrimas entre las gotas de lluvia
que mojan mi rostro
.
en ese momento mi rostro es el rostro de todos los
desheredados del amor
de todos los que ya no creemos en el amor
de todos los perdedores;
que al punto, se encarnaron en mi
.
me lo dijo ella, -con quince años ¿qué sabés del amor?
nunca podré responderle
porque endureció mi sangre, paralizó mi corazón y
me arrebató el alma con el sonido de su adiós
.
con quince años
cargo en los hombros un sinfín de sentimientos
que como ángeles del mal
cantan y cantan
enmusicados por la lluvia
esa macabra canción que a veces zumba las sienes de los suicidas
.