Stanislavski decía: " ...En lugar de llegar apresuradamente al camerino en el último instante, un actor debe llegar como poco dos horas antes del comienzo de la función y empezar a ponerse n forma".
El camerino y bajo mi opinión, es un centro de recogimiento al mismo tiempo que el sitio ideal para que el actor, y a merced del maquillaje, los postizos y los accesorios experimente la gran transformación antes de aparecer en escena.
En este cuarto lleno de bombillas, armarios, cajones y perchas, de paredes cubiertas de espejos, el personaje aguarda y compone el instrumento expresivo del actor: su cuerpo y con el la nueva imagen que descubrirá al público: villano con cicatrices, noble con peluca, hombre bondadoso, galán admirable o ridículo, inválido, enfermo, obeso, anciano, joven miserable, dios, etc.
El camerino, por tanto no son cuatro paredes, sino el elemento creativo en el trabajo del interprete. Allí vive su momento preescénico. Cuando se sienta ante el espejo e inicia el difícil y minucioso proceso de maquillaje, junto a la perfecta armonización de los complementos del vestuario, toma absoluta conciencia del milagro teatral, ese instante mágico en que comienza la transmutación y la fantasía.
La necesidad del camerino no pasa solamente por el cambio del aspecto físico, el actor a medida que se va transformándose se sumergiendo en el mundo del personaje, en la situación que a este le embarga, para mi como actor es un momento muy bello y a la vez necesario, tal vez sea en este mismo momento donde comienza la función.