En el metro de una ciudad del norte pude conocerla mientras duraba su trayecto. Era universitaria, según rezaba en su carpeta, seguramente de primer curso y su juventud irradiaba dudas y timidez a partes iguales. Tenía esa cara que se suele tener cuando la vida aún no te ha roto el corazón. Miraba nerviosa a todo el mundo aferrada a su smart phone hasta que pudo sentarse..
Abrió una revista para mujeres de tamaño reducido y fue repasando con su vista y su índice la silueta y los vestidos de las modelos. Iba poniendo caras extrañas a medida que las veía y seguramente ignoraba que estaba en público y que mostrar las emociones no suele estar bien visto. Con el pie izquierdo seguía el ritmo de la música que salía de su móvil y finalmente cerró la revista y la metió en la carpeta.
Un sonido desagradable y dos puertas que se cierran me impidieron aconsejarle que nunca perdiera esa inocencia. La vida le esperaba escaleras arriba. Espero que tenga suerte.