Es la hora de la inquietante espera, la inspiración destinada a mi plumase ha detenido en los vallesdel delirio y en etéreas raíces, en rumores de lamentos;en el hombre que mira su copa vacíajusto cuando la sed comienza.
¿Dónde estás?Pregunta mi muerte y mi piedad,cuándo mi corcel, que no sabe de riendas, sale a buscarte en el filo del día,con la barca de la noche precipitándose;porque debo encontrarte,más allá de bastas regiones tenebrosas,en el mínimo roble o el indeleble acero,en la palabra negra, en la palabra blanca, o en el hontanar sombrío…Como sea, debo encontrarte, como sea…Acaso, tan sólo estés en el poema.