Revista Literatura

En el tren

Publicado el 07 mayo 2013 por Xabelg

En el tren
En el interior del tren, una vez más, rumbo hacia algún lugar, no importa donde sea, he recuperado el movimiento y no quiero frenarme, tengo muchos lugares que visitar, muchas cosas que  aprender, y gente como yo a la que conocer. Quedarme en la pequeña ciudad gris, no me reportará nada, es hora de moverse, de explorar otros territorios, y de expandir mis horizontes.
Sé que podría elegir cualquier otro medio de transporte, si, podría tomar un avión, pero el avión es demasiado rápido. Hay cosas que requieren su tiempo, que no deben ser milimétricamente programadas, porque así es como pierden su esencia, como se diluye el placer de hacer un viaje, ya sea de corto, o de gran recorrido. Además, los aviones no te permiten disfrutar del trayecto. En un viaje, llegar al punto de destino rápidamente, no es importante, lo importante es el viaje en sí mismo, disfrutar del camino, hacer paradas, tomar pausas, paladear lo que estás haciendo en ese preciso momento, si no es así, el viaje es un viaje baldío, hueco, no tiene sentido.
Por ese preciso motivo el tren es mi elección a la hora de desplazarme, desde ahí puedo ser testigo directo del paisaje que recorro, paisaje que sin palabra ni sonido articulado alguno, me dice muchísimas cosas, paisaje que ha sido y sigue siendo testigo del tiempo, cronista del mundo, y que silenciosamente, nos transmite sus saberes, si le prestamos la debida atención. Esas cosas no pueden ser detectadas desde un autobús, en el que solo vemos kilómetros y más kilómetros de carreteras sin final. Tampoco desde el avión podemos sentirlas, ya que, aún entre las nubes, es un viaje demasiado apresurado, viajar en un recipiente presurizado no me parece una de las mejores opciones.
El tren... ya hacía tiempo que no me introducía en su interior, con su característico traqueteo, que pareciera una llamada de atención hacia lo que nos rodea. Un viaje de los que merece la pena, con sus diversas etapas. En una sociedad que se mueve a velocidad de vértigo, a veces, tenemos que dedicar tiempo, con calma a explorar, tanto a nosotros mismos, como al entorno que nos rodea. Descubrir poco a poco, lo que hasta entonces nos era desconocido, exóticos paisajes, lenguas desconocidas, singulares comportamientos, y hábitos... quizás explorando nuestro propio entorno, y los que hasta ahora nos eran ajenos, podemos adquirir consciencia de quienes somos nosotros, y cual es nuestro propio camino.

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