En esa mesa de diálogo no está el perú

Media Columna de Jorge Morelli. (Blog de Jorge Morelli). 
EN ESA MESA DE DIÁLOGO NO ESTÁ EL PERÚ. 

El PPC no tiene mucho que perder acudiendo presuroso a la mesa de diálogo del premier Jiménez. En cambio, tiene qué ganar si le ofrecieran entrar al gabinete. Se dice, incluso, que a espaldas de Jiménez le estarían proponiendo el Premierato a Lourdes Flores. No estaría mal, son gente responsable y el PPC no ha tenido la experiencia de gobierno que merecía.

En cuanto al Apra, no es por desmerecer el hidalgo gesto del ex presidente García de ofrecer a sus técnicos para que le saquen al gobierno las castañas del fuego -probablemente lo harían mejor que el gabinete actual, aunque eso no es difícil-, pero tampoco es tan exento de interés el gesto como la generosidad merecería. El Apra tiene qué ganar si el gobierno discretamente se olvida de inhabilitar a García para las elecciones y le quita de encima a la megacomisión. Desde luego, el gobierno humalista debería hacerlo sin pedir nada a cambio, pero -a juzgar por la decisión presidencial sobre el indulto de Alberto Fujimori- ya sabemos de la mezquindad con que el gobierno se conduce en estos asuntos. De modo que García hace bien en velar por lo suyo aunque exagere y el falsete aparezca detrás de la nota del desinterés.

En cuanto a Fuerza Popular, de otra parte, la situación parece otra. No tener nada que ganar en la mesa de Jiménez sería una excusa egoísta para no ir, si del Perú se tratara. Lo que pasa es que el Perú no está en esa mesa de diálogo.

En efecto, ¿sobre qué se va a dialogar ahora que asoman las dificultades? ¿De las vacilaciones del gobierno en su hoja de ruta y sus innumerables retrocesos a la gran transformación? ¿Sobre cómo debió impedir el gobierno que los radicales y sus tontos útiles trabaran con conflictos la inversión minera? ¿Acaso de cómo compensar mejor el recorte del canon a las regiones? Todo eso es extemporáneo ya. El daño está hecho.

Se dirá entonces que nunca es tarde para ayudar al gobierno a hacer el control de daños de sus propias decisiones. Puede ser. En efecto, el fujimorismo podría concurrir, pero, ¿no corresponde ver primero que el gobierno ponga hoy mismo los actos por delante de las palabras y destrabe la inversión en lugar de perder el tiempo disimulando el fracaso y tratando de repartir la responsabilidad en fotos con la oposición?

El Perú espera hoy mismo la decisión que el gobierno humalista debió mostrar desde el primer día, y eludió por dos años. La decisión política no requiere de diálogos. Al contrario, estos pueden a veces perpetuar la indecisión, y el Perú no está para esa farsa.