Llego a la casa cuando B está a punto de quedarse dormida. Sé que si entro a la recámara interrumpiré el proceso: tardará más en dormirse; pero no voy a dejar de pasar a saludarla, decir buenas noches, darle un beso y desearle que descanse. "Te voy a dar muchos abrazos", me dice y cumple su palabra. Se enrolla en mí; pone su cara en mi cara. La beso en la frente, en las mejillas. Me jala hacia ella. Me cuenta "el libro de Andrea". De pronto estoy en un ángulo que me hace ver su rostro igual al que yo tenía de niña: idéntico.
Nos amamos.
Silvia Parque