Las caprichosas vueltas de la cronología rockera nos enfrenta a una magistral dicotomía que hoy, cuatro décadas después, contemplamos con sabor a historia pura. Porque es la historia que escriben dos álbumes lanzados al mercado discográfico inglés con apenas 15 días de diferencia en un marco caracterizado por ribetes profundamente antagónicos.
A uno de ellos ya le rendimos su homenaje. El 26 de septiembre de 1969 el colosal "Abbey Road" cruzaba altivo por la senda peatonal que lo llevaría a la inmortalidad. No era un disco más en el mercado: era el 11º álbum oficial de los Beatles, a esa altura veteranos de fama mundial que portaban un bagaje de estruendosos aplausos y griteríos de audiencias europeas, norteamericanas y japonesas... y un rito de plena adoración desde un simple vinilo girando a 33 rpm en todo el resto del mundo. Antes de ganar la calle, "Abbey Road" ya era un super-clásico.
Muy por el contrario, el 10 de octubre de 1969 un oscuro grupo del catálogo inglés Island Records, con apenas 7 meses de trayectoria y un bautismo de fuego de la mano de nada menos que los Rolling Stones, hacía su debut discográfico con un álbum de largo título y una portada de la que asomaba una caricatura de rostro aullante y desgarrador.
Modesto pero con aires cortesanos, King Crimson era el hogar de unos jovenzuelos de cuna sureña, para nada novatos en la música pero completamente ajenos al sabor del éxito y la adoración de masas que formaban parte de la vida de los Beatles.
No se propusieron ni mucho menos imaginaron que, pulverizando la prueba del tiempo, su primer álbum "In the Court of the Crimson King" abriría un profundo surco, marcando tal trascendencia que hoy se da el lujo de compartir el magnánimo nivel de "Abbey Road". Porque lejos de ser un clásico el día de su edición, "In the Court of the Crimson King" se haría de un nombre y un rótulo con el devenir de los años.
Surgido en medio de la corriente vanguardista de Bournemouth, vértice sud-occidental del triángulo de nodos provincianos (junto a Birmingham y Canterbury) del que salieron las más acabadas expresiones del rock británico, King Crimson hizo de la química grupal un atributo y de la improvisación un culto. Fue capaz de direccionar personalidades divergentes en un mensaje sonoro convergente y de amalgamar música de alto vuelto semi-orquestal con poesía de retórica exquisita.
La irrupción de "In the Court of the Crimson King" en el mundo discográfico significó por fin la puesta a resguardo -en el viejo formato analógico de entonces- de un particular sonido que en 1969 escapaba de todo canon vigente y que hacía meses venía creciendo en los escenarios ingleses con la única "publicidad" de la recomendación boca a boca.
Eran los mismísimos albores del rock progresivo... ese del que hoy Robert Fripp (63) con su ironía de siempre, parece confinar al último escalón descendente: "Progresivo era una etiqueta para vender la actitud de búsqueda de determinados músicos, pero se degradó cuando Yes o Emerson, Lake & Palmer se convirtieron en grupos de estadios", afirmó el Mago hace unos meses, bien consciente de que la voz y el bajo que se escuchan en "In the Court of the Crimson King" vienen precisamente de uno de los integrantes del futuro Emerson, Lake & Palmer...
Pero Mr. Fripp se mantiene estoico en sus pensamientos y desgrana su eterno humor negro sobre un producto que todos idolatramos. Ni sueña hoy con recrear el repertorio de ese histórico primer álbum en su guitarra endemoniada: "Lo encuentro repelente", confiesa. Pero es rápido para desparramar un cálido sentimiento reprimido, admitiendo que "preferiría que fueran mis ex compañeros de King Crimson los que lo hicieran... bajo mi supervisión, naturalmente".
Tal vez olvide Fripp que Michael Giles (67), Ian McDonald (63), Greg Lake (casi 62) y hasta Pete Sinfield (casi 66) aceptarían el convite sin pestañear, con toda la nostalgia a cuestas por el orgullo de un clásico legendario, concebido cuando todos eran apenas unos veinteañeros, virtuales desconocidos a las puertas de la gloria plena.
Fue la época de "In the Court of the Crimson King". Época que por cierto no vuelve. Pero que tanto ha dejado en estos 40 años.