La isla de los pregones me lo hizo comprender. No es una novela, así como no podríamos llamar novela a El diario de Anna Frank, porque sería un insulto. El libro de Marlene Moleon además de estar escrito con una prosa impecable, encierra entre sus líneas una denuncia como pocas veces he tenido oportunidad de leer. Hasta el final ella no ejerce el papel de juez, tampoco el de víctima. Asume como lo deben de haber hecho miles de cubanos que se vieron obligados a huir de mil maneras de su patria, porque se cansaron de esperar un sueño que se convirtió en pesadilla.
No fue necesario que la autora relatara con lujo de detalles como leí en otros libros, las torturas a los disidentes. Ella relata con simpleza lo que ocurría en la mente de cada uno de sus protagonistas. Sus deseos, sus anhelos, su miedo o dicho mejor: el terror que ejerce un estado omnipotente, omnipresente poderoso y arbitrario. Quien sea inocente que tire la primera piedra.
Y lo entiendo. ¿Y por qué lo puedo entender? Porque Venezuela está pasando por lo mismo en otra escala. Aquí el gobierno no necesita de otros gobiernos para subsistir, la desgracia de este país es su riqueza. Pero vuelvo sobre el libro de Marlene Moleon y quiero resaltar partes que dejaron mi ánimo perturbado:
“…como resultado, más allá de la censura policial, existe una autocensura mental, cuando la gente no quiere saber nada que cuestione aquello en lo que cree, porque admitirlo lo conduciría a una total reprogramación de la perspectiva que ha venido empleando e, incluso, del significado de sus vidas hasta el presente. Tendrían que instalar un «nuevo sistema operativo». Pero al «leer» las acciones ejecutadas bajo los fundamentos del viejo software, casi de seguro se detectarían muchos errores, como cuando uno traspasa archivos de viejos programas y los quiere abrir con una versión mucho más avanzada. Esperanza cerró la exposición de su analogía sobre la realidad cubana con una frase con la que comúnmente concluía sus razonamientos: ―LQQD, Lo que queda demostrado: el socialismo cubano es una mierda.”
“«La cosa» era una lucha escabrosa por llevar algo a la mesa cada día. «Conseguir» algo que comer era la meta cumplida. La victoria alcanzada. …. A aquel tiempo se le conoció como «período especial en tiempos de paz». Los cubanos, que por décadas se estuvieron quejando de la falta de comida, supieron finalmente lo que era el hambre de verdad, con noches sin tener nada que llevarse a la boca y mañanas en las que el desayuno era una escasa taza de cáscaras de naranja hervidas. Las gordas cubanas, que año tras año probaban la última dieta de moda para reducir de peso, la de la luna, la de los Hermanos Mayo, o la de la sopa de col, empezaron a perder libra tras libra. La dieta de los Hermanos castro es un éxito rotundo. Deberían patentarla. No obstante, cuando siguieron bajando de peso más allá de lo que nunca soñaron, perdieron la lozanía en la piel, exhibieron grandes y tristes ojeras violáceas y se empezaron a desmayar en medio de la calle…”
“…¿Cuál es tu opinión sobre lo que acabas de ver? ―María se percató súbitamente de que preguntar qué opinaban era algo nuevo para esas criaturas. Solo una osada niñita escribió un párrafo, y de inmediato, le extendió el papel inquiriendo ansiosa. ―¿está bien la respuesta? ―y repitió con premura― ¿Está bien? ¡Esa es una pregunta muy difícil! María explicó en términos simples que esa interrogante no tenía respuestas buenas o malas. … Los niños la miraron espantados pensando que la doctora había enloquecido. Las agudas voces de los chiquillos preguntaban gritando a la vez «¿Cómo es que todos podemos tener la razón?» Eso no es posible, doctorcita. «¿Qué cosa es mi opinión? Doctora, no entiendo» ”
“Fidel no tenía campos de exterminio masivo, ¿para qué? Si además de su archipiélago de prisiones por toda la isla, tenía el Mar Caribe como una invisible y embrujada tumba para todos los otros desesperados e inconformes.”
“¿Simple coincidencia? ¿Mala suerte, quizás? El socialismo cubano se ganó una infamante fama al establecer una desigual igualdad, una injusta justicia, una ilegal legalidad, una indecente decencia, una improductiva productividad, una eficaz ineficacia, una despiadada piedad, una inhumana humanidad, que hizo que los cubanos sufrieran una inexistente existencia y una infeliz felicidad por medio siglo. Todo provocado por una contrarrevolucionaria Revolución: un socialismo feudal en manos de un Napoleón Caribeño, escribió Perla en su cuaderno de notas.”
En la isla de los pregones no hay desperdicio. Está plagada de momentos culminantes, en los pensamientos vertidos por sus protagonistas se puede palpar el miedo, se puede respirar el oprobio, la vergüenza y el desengaño. Es un grito ahogado por países y gobiernos que acallan las voces de los que sobreviven en una isla convertida en campo de concentración, sin derecho a pataleo, y que solo sirve para pactar grandes negocios al más puro estilo capitalista. Eso sí, entre los que ostentan el poder. Castro no es eterno. Pero los que le siguen mantendrán el mismo estilo de gobierno porque se han acostumbrado al poder y no hay nada que sepan hacer mejor.
No estuve equivocada al no querer empezar este libro. Hay enfermedades contra las que no se han encontrado cura. El cáncer es una de ellas, y el cáncer pica y se extiende, es el temor que tengo, que Venezuela entre en metástasis.
Gracias Marlene Moleon por haber escrito este maravilloso libro.
B. Miosi