Tenía esta novela en mi Kindle. Creo haber empezado a leerla hace años, pero por algún motivo no la continué, es probable que haya sido porque fue una época en la que escribía muchas horas al día y también leía más de una novela a la vez. Lo cierto es que siempre me quedó el retintín de que había algo que me faltaba terminar de leer y en estos días revisando mi lector electrónico encontré esta maravilla.
La historia
de Dakota y Mareko, dos jóvenes estudiantes que durante la secundaria llegan a
tener relaciones íntimas, es abrumadoramente nostálgica, no es una lectura que
dispare la adrenalina como las novelas de acción, tampoco es un thriller. Es
una buena novela acerca de los sentimientos desmenuzados de los protagonistas,
una chica que no llegaba a los veinte años cuando empezó la relación con Dakota
(un nombre por demás evocador). Él toma la iniciativa y cuenta en primera
persona y desde su punto de vista cómo ve y siente el mundo que lo rodea en una
época de cambios de paradigmas como fueron los años 60 y 70 del siglo pasado.
La atormentada vida de Dakota marcada por la presencia falible e infalible de Mareko nos muestra el mundo interior del protagonista con lujo de detalles y sentimientos hacia sí mismo, hacia la mujer que él ama y con las demás mujeres que se cruzan en su camino. Algunas sin dejar la menor huella ni rastro y otras apenas un eventual recuerdo. Como hombre, nos revela sus deseos y sentimientos, y la inseguridad que siente al enfrentarse a una mujer, pero también los sentimientos ambivalentes respecto a lo que significa atracción física y amor o sentimientos más profundos. Me pregunto: ¿Todos los hombres tienen en el fondo de sus cerebros o corazones la imagen de una mujer con la que comparan a las demás? Pensándolo bien, tal vez las mujeres también tengamos ese mismo rasero para inclinarnos por uno u otro hombre. Tal vez algunos despierten nuestros sentidos y otros remuevan nuestro corazón. Y los dos sean importantes en su debido momento. Leer a José Luis Palma Gamiz siempre es una delicia, sabe utilizar las palabras para enredarnos en su historia de una manera sutil y sin pausa. Envidio su capacidad de expresión, pues para mí no es posible escribir de esa manera. Lo mío son acciones directas y frases cortas, tal vez por la influencia de las novelas anglosajonas. Lo de él son frases encadenadas con sentido, que llevan a uno al lugar que él desea. En los lugares de la inocencia perdida. Una novela que recomiendo sin dudar. Pueden encontrarla en Amazon en formatos impreso y digital.
La primera novela que leí escrita por José Luis Palma fue El paciente de El Pardo. La imprevisible y larga agonía del General Franco