Luego de las declaraciones del Presidente de la República, en relación con hacer que se reconozca el derecho humano de las personas homosexuales para contraer matrimonio entre sí, y lo que ello implicaría para la posibilidad de que adopten hijos, hay una reacción social de la que tengo una probadita interesante en mi muro de Facebook, donde puedo ver las publicaciones de un conjunto realmente variado de personas -muy, muy variado-.
Como es lógico, la Iglesia Cristiana (católica y no católica) tiene una postura abiertamente en contra, tanto del matrimonio civil entre personas del mismo sexo, como de la posibilidad de que adopten niños. Yo soy cristiana, pero esa no es mi postura. Sin embargo, esta entrada no es sobre mi postura, sino sobre la manera en la que se expone y discute sobre el tema; sobre lo que no se vale:
- No se vale descalificar lo que piensan, quienes piensan diferente a mí, en función de atributos que no tienen relación con la validez de las ideas. Que el otro no sea papá, que no tenga grado académico, que no forme parte de una institución, etc., no es razón para descalificar lo que sea que piense o diga (habrá otras razones, tal vez).
- No se vale juzgar desde el desconocimiento. No puedo hacer juicios sobre una teoría, una propuesta, un estilo de vida, si lo que sé al respecto, lo sé de oídas, o peor: lo sé desde la descripción o explicación de quienes denostan tal teoría, propuesta o estilo de vida. A muchos les sorprendería saber que las mujeres más empoderadas que conozco, son las Pastoras de mi congregación. Y ni se diga la cantidad de veces que he oído descalificaciones sobre el feminismo, por parte de personas que no han leído ni escuchado seriamente a las teóricas o activistas del feminismo.
- No se vale tener doble vara para medir, es decir: no se vale que lo que apoya lo que pienso es evidencia irrefutable, y lo que no lo apoya, es un invento o no tiene sentido. Porque resulta que dos casos -o veinte casos, o cien- de chicos criados por homosexuales, que terminaron fatal, indican que es nefasto que los homosexuales críen; pero dos casos -o veinte casos, o cien- de chicos criados exitosamente por homosexuales, no indican nada.
- No se vale descontextualizar. Cuando lo hacen profesionales que se presentan a sí mismos como autoridad en un área, eso se parece mucho a engañar: no creo que sea inocente que sentencien a partir de lecturas parciales, tergiversadas y hasta perversas, tanto de textos como de la realidad (tengo en mente una publicación de José Alberto Garza).
Silvia Parque