Ha sido (está siendo) un año muy especial. He vivido en una felicidad doméstica sin horarios ni otras preocupaciones que no fueran las estrictamente personales. Toca volver a aquella vida, que era la mía antes de ésta. Toca, también, volver a asomarme al mundo desde esa posición privilegiada que me ofrece mi trabajo. Recuerdo que, antes, adoraba mi Profesión. Debo seguir haciéndolo porque pienso en la vuelta y las expectativas le ganan la batalla a la nostalgia por este tiempo que todavía no ha terminado.
Será duro. Lo es para todas las madres que tienen que dejar a sus niños en una guardería o con otros cuidadores. Lo será, además, porque la dejo a 100 kilómetros y será casi insoportable cuando, tras una noche mala, el despertador vuelva a sonar a las 5,30. Pero pienso en todo lo que me queda por vivir y por contar y me ilusiono; y conservar esa ilusión es lo que me hace darme cuenta de cuánto me gusta mi trabajo a pesar de sus miserias y de haber estado más de un año alejada del ruido.