Revista Diario

EN nuestro PARíS, ya SOLO CABEMOS TÚ y YO :))

Publicado el 24 noviembre 2019 por Evamric2012

Hoy París se desperezó así, grisáceo y brumoso,
como con cara de lunes...

EN nuestro PARíS, ya SOLO CABEMOS TÚ y YO :))

Como todas esas tormentas que se avecinan con viento y lluvia bajo ese rayito guiño que anida en nuestras pupilas.
¡Ay Otoño!, ¡qué bueno que por fin llegas, y me empapo de tus hojas revoloteando a mis pies, como cuando era niña!.
Y me lleno los bolsillos con las castañas calientes que Walid, abajo de casa, en su bidón va preparándome en un cucurucho de papel agujereado por las chispas que desprende el fuego de aquellas brasas de las que ardemos cada amanecer.

Esta mañana mientras tomaba el café en el balcón, mientras tú dormías, con el rocío en los huesos y el humo congelándose en las venas de la tráquea, sentí el rayo de mi sonrisa galopando fugaz al viento formando arcoiris en mi boca, tras oír tu voz en mis pupilas.


Empecé a leer las letras para esta noche, porque la noche del sábado es mágica, resuena la voz ronca al oído de los ángeles caídos que levantan el pliegue de mi falda, y colorean los bares las corcheas , y así se alimentan de gargantas ávidas los licores coloreados por el absurdo sueño de los desencantos, mientras la luna le mete mano al sexo y a la soledad.

EN nuestro PARíS, ya SOLO CABEMOS TÚ y YO :))

Es que este post nació porque te pensamos ayer:

Y tú, como cada sábado, borracho perdido, abandonado al humo de esquirlas diversas, sigues transitando por mi voz, en la espera de que alguien te ofrezca un pecho. Allí, e n el extremo de la barra; donde todo se condensa, y luego te recuestas bajo la penumbra en el viejo rincón de siempre. Con la mirada perdida buscas mi voz mientras la tuya se baña en las últimas gotas de alcohol que se perfilan en el escuálido hoyuelo de lo que queda en la melancolía de tu rostro, y te acaricio con ella, porque no sé hacer de otra manera, como cada vez que vienes a buscarla.

Y París, como cualquier ciudad, abandona su letargo cada sábado, esperando la caricia del croissant caliente al despertar de un domingo de sábanas arrugadas, y de días por compartir volviéndose a tatuar la piel, enredados en esas hojas que giran y giran devorando el tiempo de la vida, porque París tiene ese je ne sais quoi, que logra esparcir unas chispitas risueñas en lo más profundo de tu mirada, y cuando ya paseas por sus aceras con el día de ayer arrebujadito en la solapas de la gabardina entre la bufanda y la boina, así deambulando, y con la lluvia cogida del brazo por sorpresa, con su desparpajo, cubriéndote toda, te das cuenta de que ya aprendiste a lavar cualquier lágrima al sol y a disfrazarlas todas ellas, bajo la lluvia , cómplice, que desde el primer día que llegaste, no dejó de acariciarte.


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