En tanto que mis manos tocan la tela de la sábana,
se deslizan entre sus pliegues un ardor intenso
que se atrapó con las caricias impensadas
de esa tarde de sorpresas inesperadas.
Fue tu mano derecha sobre mi mano izquierda
bajo la sábana de color rosa escondidas
lo que inició en ellas un memorable encuentro
que produjo con sus roces
un rito de una pasión enfebrecida
más leve que el calor del sol
pero capaz de calentar el viento.
El ardor de ese roce con nuestros dedos
lograron lo que hubieran hechos diez leños
iluminando una cueva cubierta de ensueños
en el que el lenguaje de la palabra humana
no supo expresarse en esas llamas.
¿Cuántos besos se dieron tus dedos y mis dedos
cuando se unían a las caricias de las ondas de sus huellas?
Es difícil decir, fueron incontables,
solo estoy segura que esos besos poblaron un cielo color rosa
con estrellas de una brillante fulguración hermosa.
Hoy tengo la manta entre mis manos
Y en ella esa luz silenciosa que todo descubre
la que anda entre esos pliegues interminables
y es esa sábana el manto que delicadamente cubre
el recorrer de esa sensación inolvidable.
Ana Guadalupe Hernández Rivera
Publicado por: gogolEtiquetas: Palabras de amor, poesia