Sólo he cometido dos veces el mismo error en la vida, las dos veces por quedarme quieto, las dos veces contigo y aquí te escribo mi primera disculpa. La primera vez me dijiste que te acompañara y me quedé quieto, no contesté y te fuiste, lejos, incluso llegué a olvidar tu rostro y tu voz, nunca tu olor, él siempre me ha acompañado. Tantos años separados no valieron para nada, aún seguíamos queriendo estar el uno con el otro, nos queríamos, pero elegí quedarme solo, verte marchar mientras la mueca en mi cara azotaba tu orgullo como el peor de los látigos. No sé por qué sonreí, no sé por qué no fui contigo, no sé. Hay quien no sabe quedarse quieto, yo soy un experto, sobre todo cuando tú me lanzas un desafío que aunque deseo aceptarlo siempre digo que no, soy como ese niño que le tocan el orgullo en el juego y que muere por jugar pero prefiere quedarse fuera, mostrando al mundo que le es indiferente mientras en su cabeza recibe una paliza de sí mismo. Me traiciono, te hago trizas.Volviste, volvimos, siempre tú a mí, yo te esperé sentado y no hice la menor intención de levantarme para recibirte. Me alegré mucho, tanto que lloré cuando no me viste, nunca me has visto, ni yo pude mirarme. Sabes que te quiero, lo supiste antes que yo, y también sabes que soy yo el que siempre me distancio, siempre huyo, primero de mí, luego de ti, me quedo solo sin nadie a mí alrededor, buscando mi lugar, en tierra de nadie. En ese momento es en el que más te acercas a mí sabiendo que nunca podrás alcanzarme, sabiendo que no estoy dónde tú crees que estoy. Me acuerdo de aquella noche, yo dormía pero me despertaste, eran las cuatro de la mañana, yo te miré como si hubieses lanzado una bomba atómica, perplejo, no supe reaccionar bien y te mandé a la mierda, tú seguías mirándome a los ojos, impertérrito, me asustaste, sonreíste y te volviste a recostar, yo me di la vuelta y te exigí una explicación, en la oscuridad, después de un silencio en el que creí te habías quedado otra vez dormido, sin mirarme, dijiste unas palabras que destrozaron mi cabeza y por ende, mi corazón, susurraste:-Ya no se te oye respirar, estás tan lejos que ya no te siento, pero ya no me duele.Esa mañana te marchaste sin despedirte, sabías que yo no te daría la satisfacción de acabar bien. Todos esos años fueron mi primer error, no sólo aquella primera despedida, es el conjunto, son los años en los que me convertí en la estatua que te iba desgastando con mi indiferencia, tú me dabas una y otra vuelta intentando mirarme a los ojos y descubriendo que no existía nadie tras ellos, que estaba vacío.Si te digo la verdad, creo que esa es la gran razón de todo, huyo de las personas que me ven tal y como soy, me da miedo pensar que alguien me conoce mejor que yo, que sabe que no hay nada dentro, que sólo los abismos llenan mi cuerpo, huyo por miedo.Tú lograbas hacerme sentir bien conmigo, no lo soportaba, sentía que no lo merecía, no me creía merecedor de estar a tu lado, no lo comprendía como tú, podías estar conmigo, ¿Qué te daba? Nada, porque no tengo nada que dar. Y ahora has vuelto, pero no volvimos, porque no puedo, ahora soy yo el que te siento lejos. Me llamaste, no estaba solo, me dijiste que necesitabas hablar conmigo, después de tanto tiempo sin saber de ti, de quererte en silencio sólo me silencié y esperé que agotado de esperar colgaras el teléfono. Yo me quedé sentado, durante un largo rato, mirándote, con los ojos cerrados, sintiendo que estabas junto a mí, al otro lado del teléfono que aún sostenía mi mano. Me derramé e inundé mis ojos, mi cuerpo, la habitación, el mundo, hasta dejar a mi corazón sin respiración, lo ahogué para que dejara de sentir, para que dejara de recordarte.No puedo ir contigo porque sé que te duelo, no quiero hacerte más daño, y por eso digo que sólo he cometido el mismo error dos veces en mi vida, uno fue el que te explico, el otro es la carta que te escribo, en la que sigo quedándome quieto, y a la vez huyendo.Sé que quieres tenerme a tu lado, pero sólo tendrás mis palabras, aquí puedo decirte lo que de verdad quiero, no tengo miedo a que algo estropee la situación, aunque esta misma carta es una forma de hacerte daño, de abofetearte. Ya no puedes hablar, lo sé porque me he informado, si pudieras, esperaría tu llamada mandándome a la mierda y yo lo agradecería.Me encuentro solo, perdido, otra vez me alejé de mí, también tú tienes ese poder, cuando tú te acercas yo huyo y me convierto en la duda, no sé diferenciar vida de existencia, dónde está la frontera entre el pasado y el futuro, dónde estoy yo. Otra vez quieto, otra vez te hago daño, pero bien sabemos que es la última. Un último favor, vayas donde vayas, si en el camino me encuentras, no me lleves contigo, tráeme de vuelta y déjame solo, es lo que merezco.Te quiero y te duelo, por eso me quedo quieto.
En tierra de nadie
Publicado el 24 enero 2011 por JulioSólo he cometido dos veces el mismo error en la vida, las dos veces por quedarme quieto, las dos veces contigo y aquí te escribo mi primera disculpa. La primera vez me dijiste que te acompañara y me quedé quieto, no contesté y te fuiste, lejos, incluso llegué a olvidar tu rostro y tu voz, nunca tu olor, él siempre me ha acompañado. Tantos años separados no valieron para nada, aún seguíamos queriendo estar el uno con el otro, nos queríamos, pero elegí quedarme solo, verte marchar mientras la mueca en mi cara azotaba tu orgullo como el peor de los látigos. No sé por qué sonreí, no sé por qué no fui contigo, no sé. Hay quien no sabe quedarse quieto, yo soy un experto, sobre todo cuando tú me lanzas un desafío que aunque deseo aceptarlo siempre digo que no, soy como ese niño que le tocan el orgullo en el juego y que muere por jugar pero prefiere quedarse fuera, mostrando al mundo que le es indiferente mientras en su cabeza recibe una paliza de sí mismo. Me traiciono, te hago trizas.Volviste, volvimos, siempre tú a mí, yo te esperé sentado y no hice la menor intención de levantarme para recibirte. Me alegré mucho, tanto que lloré cuando no me viste, nunca me has visto, ni yo pude mirarme. Sabes que te quiero, lo supiste antes que yo, y también sabes que soy yo el que siempre me distancio, siempre huyo, primero de mí, luego de ti, me quedo solo sin nadie a mí alrededor, buscando mi lugar, en tierra de nadie. En ese momento es en el que más te acercas a mí sabiendo que nunca podrás alcanzarme, sabiendo que no estoy dónde tú crees que estoy. Me acuerdo de aquella noche, yo dormía pero me despertaste, eran las cuatro de la mañana, yo te miré como si hubieses lanzado una bomba atómica, perplejo, no supe reaccionar bien y te mandé a la mierda, tú seguías mirándome a los ojos, impertérrito, me asustaste, sonreíste y te volviste a recostar, yo me di la vuelta y te exigí una explicación, en la oscuridad, después de un silencio en el que creí te habías quedado otra vez dormido, sin mirarme, dijiste unas palabras que destrozaron mi cabeza y por ende, mi corazón, susurraste:-Ya no se te oye respirar, estás tan lejos que ya no te siento, pero ya no me duele.Esa mañana te marchaste sin despedirte, sabías que yo no te daría la satisfacción de acabar bien. Todos esos años fueron mi primer error, no sólo aquella primera despedida, es el conjunto, son los años en los que me convertí en la estatua que te iba desgastando con mi indiferencia, tú me dabas una y otra vuelta intentando mirarme a los ojos y descubriendo que no existía nadie tras ellos, que estaba vacío.Si te digo la verdad, creo que esa es la gran razón de todo, huyo de las personas que me ven tal y como soy, me da miedo pensar que alguien me conoce mejor que yo, que sabe que no hay nada dentro, que sólo los abismos llenan mi cuerpo, huyo por miedo.Tú lograbas hacerme sentir bien conmigo, no lo soportaba, sentía que no lo merecía, no me creía merecedor de estar a tu lado, no lo comprendía como tú, podías estar conmigo, ¿Qué te daba? Nada, porque no tengo nada que dar. Y ahora has vuelto, pero no volvimos, porque no puedo, ahora soy yo el que te siento lejos. Me llamaste, no estaba solo, me dijiste que necesitabas hablar conmigo, después de tanto tiempo sin saber de ti, de quererte en silencio sólo me silencié y esperé que agotado de esperar colgaras el teléfono. Yo me quedé sentado, durante un largo rato, mirándote, con los ojos cerrados, sintiendo que estabas junto a mí, al otro lado del teléfono que aún sostenía mi mano. Me derramé e inundé mis ojos, mi cuerpo, la habitación, el mundo, hasta dejar a mi corazón sin respiración, lo ahogué para que dejara de sentir, para que dejara de recordarte.No puedo ir contigo porque sé que te duelo, no quiero hacerte más daño, y por eso digo que sólo he cometido el mismo error dos veces en mi vida, uno fue el que te explico, el otro es la carta que te escribo, en la que sigo quedándome quieto, y a la vez huyendo.Sé que quieres tenerme a tu lado, pero sólo tendrás mis palabras, aquí puedo decirte lo que de verdad quiero, no tengo miedo a que algo estropee la situación, aunque esta misma carta es una forma de hacerte daño, de abofetearte. Ya no puedes hablar, lo sé porque me he informado, si pudieras, esperaría tu llamada mandándome a la mierda y yo lo agradecería.Me encuentro solo, perdido, otra vez me alejé de mí, también tú tienes ese poder, cuando tú te acercas yo huyo y me convierto en la duda, no sé diferenciar vida de existencia, dónde está la frontera entre el pasado y el futuro, dónde estoy yo. Otra vez quieto, otra vez te hago daño, pero bien sabemos que es la última. Un último favor, vayas donde vayas, si en el camino me encuentras, no me lleves contigo, tráeme de vuelta y déjame solo, es lo que merezco.Te quiero y te duelo, por eso me quedo quieto.