— Oye.
— Hmm...
— ¿Estás despierto?
— No.
— Una cosa.
— ¿Qué pasa?
— ¿Nosotros somos como el resto de parejas?
— ¿Como el resto?
— Sí, no sé, como el resto.
— ¿Enamorados?
— Sí. Todas esas cosas.
— Puede, aunque intentamos que no se nos note mucho.
— No creo que seamos como el resto de parejas. No estamos todo el día besándonos y esas cosas.
— Bueno, ellos tampoco. Simplemente llaman la atención cuando lo hacen.
— Pero yo no te llamo cari.
— No. Si lo hicieras dejaríamos de ser una pareja.
— ¿Por qué?
— Te dejaría.
— Me parece una decisión correcta.
— No hay que fijarse mucho en lo que hacen los demás. En eso consiste.
— Nosotros no somos como los demás. ¿Vale? No. Todas esas tonterías... No. Nosotros...
— Si fuéramos como los demás estaríamos con cualquier otro, ¿verdad?
— Verdad.
— Así que tranquila, cariño. Acuéstate.
— Oye, no me llames cariño.
— Es broma. Acuéstate. Mañana intentaré hacerte algo que no haga el resto de gente.
— ¿De verdad?
— Sí. Lo complicado será hacerlo durante los próximos 50 años.