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Enamorarse... una cuestión de actitud

Publicado el 29 junio 2011 por Codigoxy
Para enamorarse hay que desearlo. Es algo que cada vez tengo más claro. Es una cuestión de actitud. Si tienes ganas de sentir esas cosquillas, fantasear y dejarte llevar... estás dispuesto. Como salga el 'Pepito Grillo' que todos llevamos dentro, estás apañado.
Tengo amigas que me han expuesto todos los defectos de su chico-con-opciones para valorar si merece la pena intentar algo. Otras me cuentan las mil maravillas de su príncipe azul como si no hubiese otro ser sobre la tierra. No soy yo muy hábil dejándome 'fluir', qué va. Soy más de las de pensar y darle vueltas a todo. Pero también me pongo música romántica para recordar cómo se sienten las mariposas en el estómago. Y lloro en las bodas aunque el concepto en sí de un contrato para toda la vida me dé urticaria.
Así que si de verdad quieres darle una oportunidad a alguien creo que tienes que ser honesta y dejarte seducir. ¿Que da miedo? Sí, a medida que vivimos historias nos asusta más sufrir, perder el tiempo o cargar con el lastre de otra relación rota. Pero cuando bajas la guardia es divertido, ya que te dejas entonces envolver por el presente-único, un tiempo verbal que gobierna los asuntos de la seducción y la locura de la atracción.
Si te dejas conquistar, puedes enamorarte. Antes sentirás atracción, deseo, locura y nervios. El amor viene después. No pasa nada porque no sea lo primero de la lista. A veces, cuando viene más tarde es más sólido. El enamoramiento, si está basado en un pelín de realismo, se genera con amistad. Con mucha amistad. Esos son los mejores.
Pero hay que querer. Hay que derribar muros, dejar de oír opiniones y argumentos. Y no justificarse.
Como me dijo una psicóloga muy lista: "A nuestro hombre no le buscamos con la cabeza, le encontramos con el estómago y las vísceras. Con la pasión".
Y otra de sus frases que también nos viene muy bien para estas reflexiones: "la emoción decide y la razón justifica".
Así que cuando tu cabeza esté tomando el control de esta parte de tu vida, deja las neuronas en casa por un día y permite que tu cuerpo y el resto de tus sentidos se enamoren por ti. A lo mejor no aciertas a la primera, pero lo pasarás mejor y tendrás experiencias reales y no una mochila llena de lo que podía haber sido.

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