Tuve lindos momentos cuando era niña. Pero la niñez me resultó cargada de tensión, tal vez porque sentía mi vulnerabilidad. Afortunadamente, crecí. Empecé a sentirme bien entre los diez y los once años, con el primer grupo de amigos. Luego vino la adolescencia y aunque elegí llenarla de melodrama, floreci; me encanté. Creo que entonces, siendo yo toda yo llena de mí, conocí la felicidad. Fui por la libre y poco a poco, haciéndome mayor entre el júbilo y el goce, las cosas se pusieron complicadas. Yo era feliz, pero empezaron los peros. Me gusto la edad adulta, pero... Tuve un matrimonio increíble, pero...
Y entonces, di un fruto. Me siento encantada, de nuevo. Reconociendo qué es esto que soy. Sin los compromisos identitarios de los veinte años. Dispuesta a quedar mal y equivocarme. Libre.
Silvia Parque