La noche ya lo tiene todo cubierto mientras que él apenas lo percibe, reposa todavía allí pero medio enroscado, casi en posición fetal. Justo detrás de su cabeza está la puerta que lo lleva a la habitación; está cerrada tal cual la dejo antes de irse esta mañana. Hay un ruido que no cesa y no sabe de dónde viene, lo despierta poco a poco hasta comprobar que no era un sueño, ese ruido estaba dentro de la casa. Se sentó en el sofá sin entender absolutamente nada, estaba tratando de enfocar y entender dónde estaba. En el living la oscuridad era total, solo entraba el reflejo de la luna así que ni bien pudo reponerse un poco encendió la luz y recorrió parte de la casa, igual que cuando llegó esta tarde, primero el baño, luego el patio y terminó en la cocina bebiendo algo.
El ruido seguía allí, venía de algún sitio dentro de la casa y solo quedaba mirar la habitación, pero no quiso ir. Se quedó vacilando un rato más y ya era claro que lo que podía percibirse era un llanto. Juntó coraje, y convencido de que nada había por allí, se acerco a la habitación. Miró fijo la puerta e intentó rápidamente abrirla, pero esta no se abrió, y el llanto se hizo eco más fuerte. Volvió a intentarlo con una expresión de sorpresa en su rostro, pero esta no se abrió nuevamente, estaba trabada desde adentro. Una vez más el eco del llanto retumbó entre las paredes de la habitación. Empezó a sudar, las manos estaban empapadas de transpiración, su corazón golpeaba en su pecho queriendo salir urgentemente de allí, pero ambos se quedaron en el lugar, él temblaba como una hoja. En un acto de desesperación miró por la cerradura y cuando pudo hacer foco se apartó de la puerta espantado. Rompió en llanto y se refugió debajo de la mesa como un niño, se tiraba del pelo y pellizcaba sus brazos para ver si se trataba de un sueño, confirmando que todo parecía estar sucediendo ahí y ahora. Recuperado del primer susto se acerco de nuevo a la puerta y observó por la cerradura tragando saliva lentamente; o lo que le quedaba en la boca que estaba seca y repleta de adrenalina. Hizo foco con un ojo y luego con el otro, porque no quería convencerse de lo que veía, era perturbador y si se trataba de un sueño mejor sería relajarse y esperar a despertar. La luz de la habitación estaba encendida, el cuarto absolutamente vacío y en uno de los rincones, de frente a la puerta, había un hombre que lo miraba fijo con ojos llorosos y la mirada perdida. Giraba la cabeza hacia la derecha, luego a la izquierda pero no le sacaba la mirada de encima. Estaba agazapado en un rincón, indefenso, abrazando sus piernas flexionadas, con ambos brazos. Lo que estaba viendo no tenía ningún sentido fuera de un sueño, pero cada vez que intentaba comprobarlo todo a su alrededor era real. Dio varios golpes a la puerta intentando que le abran, volvía a mirar por la cerradura pero ese hombre estaba inmóvil. Luego empezó a gritar y del otro lado el llanto se hizo más y más fuerte también. Lo que estaba allí dentro era exactamente igual a él, un clon, su propio reflejo, y al darse cuenta del ruido que estaban haciendo quiso calmarse y también al otro detrás de la puerta. Si algún vecino llamaba a la policía lo que encontrarían sería difícil de explicar, así que hizo intentos inútiles por hablarle y calmarlo. De repente, el hombre dentro de la habitación se puso de pie y comenzó a caminar de una pared hacia la otra, sus manos en posición de rezo y la cabeza haciendo un movimiento de negación constantemente. Estaba completamente desnudo y tenía un aspecto bastante desmejorado, iba acelerando el paso y la histeria, pero al menos ahora sonreía entre lágrimas. De tanto en tanto se volteaba y lo miraba, le sonreía forzosamente, con cara de pena y ojos derramados. Se acercó entonces hasta la puerta y lo perdió de vista, solo lo sentía respirar, estaba cerca. Se escuchaba un ruido como si estuviera revolviendo un bolso y sacando cosas, y al cabo de unos minutos apareció caminando de nuevo hacia el frente, donde podía verlo. La sorpresa no fue grata y la histeria volvió a adueñarse de la situación, el hombre frente a él tenía un arma y apuntaba justo a su cien, gritos y llantos nuevamente empezaron a emerger. Golpeaba la puerta como loco, desesperado y le pedía que no lo hiciera, pero el otro hombre lo miraba fijamente y sonreía temblando. Luego de un buen rato de sufrir y gritar, su doble bajó el arma y se acercó a la puerta, de nuevo lo perdió de vista. Escuchó que arrancaba una hoja y se la pasó por debajo de la puerta, en la misma se podía leer <<Nos veremos en el pasado, ahí donde el presente nos parecía mejor y el futuro nos quedaba más a mano; o al menos tú te permitías soñarlo>>. Revoleó el papel a un costado y entre golpes y gritos le pidió que no lo hiciera, pero era inútil, el arma estaba ya en su boca y se veían los músculos tensarse en cada intento de disparo. Era realmente desesperante la idea de verse a si mismo morir tan tristemente, ejecutado por sus propias manos, yaciendo en el suelo su propio cuerpo, pero que no era realmente él. Y además ¿Qué diría cuando vinieran a sacarlos de ahí?, ¿Cómo iba a explicar que aún no sabia nada acerca de ese hombre?.Se dejó caer al suelo y ya sin chances se subió al sofá, resignado a su destino; el de dentro de la habitación y el de aquí fuera. La luz de la luna le daba en el rostro, una brisa tibia entraba por algún sitio, pero lejos de mantener la calma, estos dos corazones gemelos se gritaban como locos, latido a latido y cada vez más fuerte. Cerró fuerte los ojos esperando el disparo, parecía que estaba al caer, pero antes otra nota se dejó entrever por debajo de la puerta y al recogerla decía <<No es preciso mantener en silencio tus dudas, temiendo que un viento fuerte las sacuda y acaben convirtiéndose en miedos, para que después cuando ya grandes e imponentes te empujen al fracaso. Tampoco se trata solo de ser visto, sino de ser descubierto. Yo a ti te descubrí y en tus esfuerzos por solo haberme visto se van endiosando tus dudas, que más que dudas son certezas y que al verse ignoradas todavía menos tienden a desaparecer>>.Volvió al sofá y se recostó, todavía más resignado, quiso volver a la puerta e intentarlo, pero no tenía más resto, estaba desahuciado. Respiró hondo y dejó caer sus brazos, los ojos los mantuvo cerrados y tratando de pensar en otra cosa, mientras las lágrimas de confusión iban cayendo una a una por su mejilla, pasando por su garganta y perdiéndose antes de llegar al pecho. Allí se quedó inmóvil y la casa estaba en calma, no había ruidos, no se oían llantos ni nada, solo quedaba esperar el tiro de gracia, solo esperar. Los minutos fueron pasando y entre tanta calma se fue quedando dormido. Afortunadamente el sueño se hizo profundo, y otra vez yacía en el sofá desmayado. Ahora tampoco parecía estar soñando, solo dormía y sus párpados le temblaban un poco. Se le habían pegado las pestañas con las lágrimas secas, pero eso no lo perturbaba para nada. La brisa que entraba en la casa se hizo cada vez más intensa, la corriente de aire le volaba el flequillo, pero tampoco lo incomodaba, a pesar de que estaba un poco fresco y ya debía ser la medianoche. Lleva dormido unas horas, quizás dos o tres, y todo sigue igual, en calma, hasta que un fuerte estruendo lo despierta. Saltó del sofá confundido otra vez, desesperado recorrió la casa nuevamente, el mismo trayecto, los mismo sitios. Cuando recuperó la calma se dio cuenta que la puerta del patio trasero estaba abierta de par en par, la ventana del living también, lo mismo la puerta de la calle, el televisor encendido y emitiendo solo llovizna. Pudo percibir la correntada y el frío que ya empezaba a molestarle, pero todavía faltaba entrar en la habitación. Se acercó y parado frente a la puerta puso cara de sorpresa, frunciendo el ceño, buscando una explicación, pero que tampoco hacía falta. Dejó esbozar una sonrisa nerviosa y se acercó un poco más a la puerta, faltaba comprobar ahora si era posible abrirla. Sujetó fuerte el picaporte, lo deslizó hacia abajo suavemente y como quien lo hace a la cuenta de tres, empujó de golpe hacia adelante, con todo el peso de su cuerpo, entonces la puerta se abrió y por el envión que llevaba fue a parar sobre la cama. Hizo una inspección ocular muy rápida y todo estaba en su lugar, tal cual lo había dejado antes de irse a trabajar el día anterior, de nuevo se le escapó una sonrisa cómplice, luego el llanto y una carcajada insólita después, que dejó escapar varias veces. Se levantó, cerró todas las ventanas y puertas, apagó el televisor que ya molestaba y decidió darse una ducha antes de dormir definitivamente. Afortunadamente había omitido un detalle, ninguna de las puertas, excepto la de la calle y el patio, tenían cerradura, tan solo un picaporte. El alma le volvió al cuerpo. Terminó de ducharse, luego se metió en la habitación y al entrar, sobre la cama, encontró dos papeles en los que nada podía leerse, la tinta estaba corrida como si hubieran salpicado la hoja con agua. Buscó en la mesa de luz algo para escribir y decidió recordar las frases, entonces en cada uno de ellos volvió a escribirlas, tal cual las recordaba; todavía le hacían eco en la cabeza. Por la mañana se despertó tarde y con prisa, pero no olvidó manotear ligeramente las notas. Quiso leerlas antes de salir, pero al desenvolverlas otra vez lo mismo, era imposible su lectura, ya no había texto sobre el papel, solo manchas. Al parecer esas frases solo perduraban en su inconsciente. --------G.L.RMadrid - 03/06/2012