Había una vez un hombre muy tonto. Cuando se levantaba por las mañanas le costaba tanto trabajo encontrar su ropa que por las noches llegaba a preguntarse si valdría la pena acostarse pensando en los problemas que tendría al despertar. Una noche, finalmente hizo un gran esfuerzo, tomó un papel y un lápiz y mientras se desvestía anotó exactamente los lugares donde guardaba su ropa. A la mañana siguiente, muy satisfecho de sí mismo, tomó el pedacito de papel y leyó: gorro: allí estaba, se lo puso, ropa interior, allí estaba y se la puso también, y así continúo hasta que termino de vestirse. Todo está muy bien, pero ahora, ¿ dónde estoy yo mismo ?, se preguntó con gran consternación. ¿ Dónde estoy ? Buscó y buscó, pero la búsqueda fue en vano. No pudo encontrarse a sí mismo y lo mismo nos pasa a todos.
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Publicado el 25 diciembre 2011 por JorgappHabía una vez un hombre muy tonto. Cuando se levantaba por las mañanas le costaba tanto trabajo encontrar su ropa que por las noches llegaba a preguntarse si valdría la pena acostarse pensando en los problemas que tendría al despertar. Una noche, finalmente hizo un gran esfuerzo, tomó un papel y un lápiz y mientras se desvestía anotó exactamente los lugares donde guardaba su ropa. A la mañana siguiente, muy satisfecho de sí mismo, tomó el pedacito de papel y leyó: gorro: allí estaba, se lo puso, ropa interior, allí estaba y se la puso también, y así continúo hasta que termino de vestirse. Todo está muy bien, pero ahora, ¿ dónde estoy yo mismo ?, se preguntó con gran consternación. ¿ Dónde estoy ? Buscó y buscó, pero la búsqueda fue en vano. No pudo encontrarse a sí mismo y lo mismo nos pasa a todos.