Y luego añadió "me vas a rogar que pare. Vas a gritar", pero no te voy a hacer caso, porque sé que te va a gustar.
Tragué saliva. Había conseguido ponerme nerviosa. Muy nerviosa. Un tío bueno que no conocía de nada me iba a hacer gritar. Y sudar. Y rogar. Miedo. Además, me lo decía con esa sonrisa de medio lado que ponen las personas cuando saben que tienen razón. Y cuando disfrutan cuando lo que hacen. Yo estaba acojoná... Y un poco curiosa. Las cosas como son. Se me estaban pasando mil cosas por la cabeza. Mil cosas que no os voy a contar. Os dejo la libertad de pensar lo que os salga del pie. Como casi siempre.Bueno que me desvío. El tío bueno se puso manos a la obra. Me hizo gritar, me hizo rogar y finalmente, me hizo sudar. Cumplió con todo. Sólo se le olvidó añadir que me iba a doler. Y que quedaría adolorida. Pero cuando me dijo "nos vemos mañana", no lo dude. Tenía una cita y no pensaba faltar. volvía a tener razón. Me había gustado. Además, a ver si el guaperas este se va a pensar que soy una cagada. Así que toda chula miré a mi fisio a los ojos y le dije "aquí estaré". Y así acabo mi primera sesión de rehabilitación... O qué pensabais ;)
Hoy he conocido a un tío guapísimo. Me saludó. Me dio dos besos. Y directamente me dijo "te voy a hacer sudar como nunca". Y yo me reí. De qué va este flipao, pensé. Y él me taladraba con la mirada. Tan seguro y tan convencido de lo que decía que me lo empecé a creer.